Defender lo creado exige también respetar la naturaleza del ser humano como hombre y mujer.
La Iglesia debe defender la naturaleza, pero no solo la física sino también la naturaleza humana, amenazada a veces por tendencias autodestructivas. Esta es una de las ideas contenidas en el discurso que Benedicto XVI dirigió a la Curia Romana el 22 de diciembre en la tradicional audiencia de felicitación navideña. El Papa advirtió que lo que muchas veces se quiere expresar con el término gender (género) supone una tergiversación de la distinción entre masculino y femenino, que pertenece al orden de la creación.
“Dado que la fe en el Creador es una parte esencial de Credo cristiano, la Iglesia no puede y no debe limitarse a transmitir a sus fieles solo el mensaje de la salvación”, dijo Benedicto XVI. “La Iglesia tiene una responsabilidad respecto a la creación, y ha de cumplir esta responsabilidad también en público”.
La Iglesia comparte la preocupación por la defensa de la naturaleza, pero no se limita a la naturaleza física. Por eso el Papa dijo que en el cumplimiento de esta responsabilidad, “la Iglesia debe defender no solo la tierra, el agua y el aire como dones de la creación que pertenecen a todos. Tiene que proteger también al hombre contra la autodestrucción. Es necesario que exista algo así como una ecología humana, entendida en un recto sentido”.
Pero, ¿tiene sentido hablar hoy de una naturaleza humana? Benedicto XVI lo afirma sin dudar: “Cuando la Iglesia habla de la naturaleza del ser humano como hombre y mujer y pide que este orden de la creación sea respetado, no está exponiendo una metafísica superada. Se trata de la fe en el Creador y de la escucha del lenguaje de la creación, cuyo desprecio significaría una autodestrucción del hombre y por lo tanto una destrucción de la obra misma de Dios”.
El Papa clarificó lo que le preocupa a este respecto, al advertir la manipulación que con frecuencia se hace hoy con el uso del término gender. “Lo que a menudo se expresa y se entiende con el término gender se resume en definitiva en la emancipación del hombre respecto a la creación y al Creador. El hombre quiere hacerse por su cuenta y disponer siempre y por sí solo sobre lo que le afecta”. “Pero de este modo, advirtió, vive contra la verdad, vive contra el Espíritu creador”.
“Los bosques tropicales merecen ciertamente nuestra protección, pero no la merece menos el hombre como criatura, en la que está inscrito un mensaje que no contradice nuestra libertad, sino que es su condición”, añadió.
La preocupación de la Santa Sede por la manipulación en los foros internacionales de términos como “género” y “orientación sexual” se ha manifestado en su oposición a declaraciones ambiguas, que a menudo esconden la intención de reconocer el pretendido “matrimonio homosexual”.
Se comprende, pues, que Benedicto XVI recordara que “grandes teólogos de la Escolástica calificaron el matrimonio, es decir, el vínculo para toda la vida entre el hombre y la mujer, como sacramento de la creación, instituido por el Creador y que Cristo -sin modificar el mensaje de la creación- acogió después en la historia de su alianza con los hombres”.
Benedicto XVI animó a releer la encíclica Humanae vitae desde esta perspectiva de ecología humana: “la intención de Pablo VI era defender el amor contra la sexualidad como consumo, el futuro contra las exigencias exclusivas del presente y la naturaleza humana contra su manipulación”.
Vía Aceprensa