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El tema es un tópico: hay religiosas que entienden “lo que quiere la gente” y con su frescura y libertad remueven la solemnidad y el acartonamiento de los religiosos mayores, dejan entrar aire fresco y liberan el espíritu removiendo paradigmas y caricaturas de la vida religiosa.

Monjitas cantantes ha habido siempre en la historia. La gran mayoría anónimas por lo de la vanidad. En la cultura audiovisual del último medio siglo tienen ya una tradición. Sobre todo los viejos como este servidor recordamos en ficción a “La novicia rebelde” con Julie Andrews y “Cambio de hábito” con Whoopi Goldberg. En la vida real está el caso de “Sor Sonrisa” que tuvo un final bastante dramático y, supongo yo, algunos otros más que lamentablemente tampoco acabaron bien. No me voy a poner a enjuiciar a nadie ni a dar consejos moralistas, a mí el videíto me gustó, sobre todo me conmovió cómo se puso a llorar quien la eligió, que como buen italiano siempre vuelve al nido parroquial en su corazoncito. Tiene un toque simpático de Dios que se mete donde nadie espera. Pero, pero… parece ser que al tópico “monjita cantante que nos conmueve con su autenticidad” le ha ido mejor en la ficción que en la realidad. Me parece, opino, se me ocurre, que la prudencia aconsejaría a las superioras de esta nueva monjita “superstar” que la cuiden mucho. Ya hizo su show y ya estuvo
bueno. No sea que acabe en malos pasos ¿Digo no?

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