La música es un lenguaje universal y del alma que es capaz de despertar emociones, sensaciones y recuerdos únicos.
La música ha sido una parte integral de la experiencia humana desde tiempos inmemoriales. Es un elemento clave de la cultura de los pueblos. Nos acompaña en los momentos felices y, también, en las situaciones tristes: vamos creando una playlist mental con la banda sonora de nuestra vida. ¿Sin embargo, cuán profunda es la influencia de la música en nuestra conciencia? En este artículo, exploramos cómo moldea la mente y, con ello, nos sumergimos en la importancia de la música que escuchamos.
La música y las neuronas
Desde muy temprana edad, los seres humanos desarrollamos una especie de gramática musical innata. Los recién nacidos ya cuentan con sistemas específicos para procesar información musical.
La música sigue un largo camino desde el tímpano, a través de varias áreas cerebrales y se procesa mediante redes neuronales. En la corteza auditiva se procesa el sonido (tono, timbre e intensidad). Además, la corteza auditiva secundaria relaciona los tonos entre sí (melodía y armonía). Por su parte, la corteza auditiva terciaria analiza la percepción de todos estos elementos y su imaginería. Luego, la corteza prefrontal rostromedial muestra distintos niveles de activación según el tono y el ritmo. Por último, están las áreas límbicas, involucradas en las reacciones emocionales.
Así es cómo la música libera dopamina (la hormona del placer) y oxitocina (la hormona del vínculo social). Como parte de nuestro sistema de recompensa, afecta el estado de ánimo y nos hace sentir conectados con otros.
También la música reduce los niveles de cortisol (la hormona del estrés) y mejora la salud cardiovascular. Por ello, afecta a amplias redes neuronales, influyendo en la emoción, la cognición y la conducta, conduciendo a un bienestar integral.
Como herramienta de autorrealización
La música se convierte en una herramienta poderosa para alcanzar un estado de bienestar y plenitud, ya que tiene la capacidad de evocar emociones profundas y favorecer el autoconocimiento. Estas experiencias pueden ayudarnos a alcanzar la cima de nuestra pirámide de necesidades, relacionada con la autoactualización.
La ejecución de música (tocar, cantar o inclusive la sola escucha atenta o compartida) pone en movimiento habilidades analíticas que nos permiten percatarnos de nuestros conocimientos y destrezas. Así, puede aumentar nuestras autoestima y autoconfianza.
Además, es una forma de expresión y comunicación a través de la cual canalizamos nuestras emociones más intensas y complejas, que a menudo son difíciles de verbalizar. Mejora, entonces, nuestro estado psicoafectivo general. Por esto, es un vehículo terapéutico y de reciclaje emocional y catarsis, debido a que libera tensiones y promoviendo una sensación de bienestar.
La búsqueda de sentido
La música actúa como un medio para conectar con lo trascendental. Muchas culturas, desde los albores de la humanidad, la han utilizado como parte de sus ceremonias y rituales para alcanzar un estado de trance y conexión espiritual. Estas experiencias pueden llevar a las personas a una reflexión profunda.
Así, tanto una melodía conmovedora como una letra con metáforas abundantes, son capaces de inspirar pensamientos intensos sobre quiénes somos y cuál es nuestro propósito. En este sentido, la música se convierte en un vehículo para la búsqueda de significado.
El fin último del hombre es hallar su esencia, tiende al encuentro con su imago Dei (ser hecho a imagen de Dios). La música, entonces, es una forma de acercarse a lo sagrado. Los cantos gregorianos, los himnos y las canciones de adoración, por ejemplo, crean una atmósfera que facilita la contemplación y la oración. Por lo tanto, la música puede elevar la conciencia, llevándonos a un encuentro más profundo con lo divino y con nuestro sentido trascendente.
Como expresión de la dignidad humana
Una expresión de la dignidad y de la creatividad humana que vuelve único a cada individuo, pero, a la vez, parte de una comunidad, se evidencia en la música. Por ello, es una de las formas más puras de expresión cultural.
A través de la música, las comunidades transmiten valores, historias y tradiciones, enriqueciendo la identidad personal y colectiva. Este arte tiene la capacidad de conectarnos con los demás.
Las canciones que hablan de experiencias humanas universales pueden generar empatía y comprensión, ayudándonos a sentirnos menos solos en nuestras luchas y alegrías. En un mundo cada vez más digital y desconectado, la música representa uno de los últimos puentes hacia la conexión humana genuina.
La música como herramienta de transformación
La música no solo nos entretiene, tiene el poder de transformar nuestras vidas y nuestra conciencia. Nos ayuda a expresarnos, a conectarnos con los demás, a encontrar significados y a celebrar la dignidad humana.
Al elegir de forma consciente la música que escuchamos, ejecutamos o creamos, podemos influir positivamente en nuestra manera de pensar y sentir y transmitirla a los demás. Como dice la conocida frase, «somos lo que consumimos».
¿Cómo integramos la música en nuestra vida diaria?
- Crea listas de reproducción conscientes: Selecciona música que te inspire y motive. Haz playlists para diferentes estados de ánimo y ocupaciones, desde lavar los platos hasta hacer ejercicio.
- Participa en actividades musicales: considera aprender a tocar un instrumento, unirte a un coro o asistir a conciertos. La participación activa en la música puede enriquecer tu vida de maneras inesperadas.
- Reflexiona sobre las letras: presta atención a lo que dicen las canciones que escuchas. Busca música que tenga un mensaje aleccionador y significativo.
- Úsala para la oración: Incorpora música en tus prácticas espirituales, como lo hace la liturgia en la Iglesia. La música puede profundizar tu experiencia y ayudarte a conectar con lo divino.
La próxima vez que escuches una canción o toques una melodía, recuerda el poder que tiene la música para influir en tu conciencia y la de tu entorno. Elige con cuidado y deja que la música sea la guía hacia una vida más plena y consciente. Como dice Fito Páez: “La música es la reina madre y ya no se hable más, silencio que ha llegado ella con sus balas y flores”.
Escrito por: Pedro Freile, Sicólogo, vía amafuerte.com
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