La vejez es un estado de la vida más no una enfermedad y por lo tanto no debería estar dentro de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CEI-11).
En las últimas semanas cobro notoriedad pública el hecho de que la Organización Mundial de la Salud con la puesta en vigencia de la nueva Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE 11) del año 2018 convalidaría el término “vejez con enfermedad” lo que a interpretación de no pocas personas es lo mismo a decir que la vejez es una enfermedad.
No son pocas las investigaciones y posiciones filosóficas que avalan el hecho que envejecemos desde que somos concebidos. Por ello, resulta relevante hacer algunas observaciones que permitan esclarecer algo de lo que hay en juego.
Lo primero que es importante saber es que la búsqueda de la fuente de la juventud existe prácticamente desde que existe la humanidad, desde la publicación de la Epopeya de Gilgamesh cerca de 2000 A.C. hasta nuestros días.
Cambian las formas, cambian las palabras y también cambia el interés por un mercado de consumidores cuantioso, por esto desde hace tiempo la industria del antienvejecimiento no cesa en sus esfuerzos por imponer productos, suplementos y obtener fondos para investigación. Allí es donde debería buscarse una parte de esta polémica. Sin embargo, saber el porqué de la importancia y función de la CIE puede que aclare el panorama.
Clasificación internacional de enfermedades
La CIE es una clasificación que estandariza todo aquello que hace al diagnóstico clínico, epidemiológico y la gestión de la salud. En la CIE las enfermedades pediátricas, por ejemplo, están clasificadas y existe de hecho un código también para el embarazo.
Pongámoslo en otras palabras, lo que no figura allí no existe y eso implica que no puede recibir financiación y por ende nunca llegar al mercado consumidor de la salud ya que no recibe autorización para ser evaluado de forma clínica y posteriormente ser aprobado, sin mencionar la incumbencia de los seguros médicos.
Sus revisiones tienen lugar periódicamente, la última en 2018 – ¡Si! Hace tres años – quito el término “senilidad” para colocar “vejez” y agrego un código para algunas condiciones de salud “asociadas a la vejez”.
Este detalle puede jugarnos una mala pasada si las interpretamos de manera errónea o con algún interés condicionado, ya que no toda enfermedad se asocia a envejecer, y muchas enfermedades que progresan con la edad están relacionadas por lo tanto al envejecimiento.
Digamos que sería algo así como que el envejecimiento provoca la maduración de la enfermedad por causa de la edad. Sin embargo, para entender esta falsa polémica sería bueno dar un vistazo a otros aspectos.
Cambio de nomenclatura
La Iniciativa del cambio de nomenclatura en 2018 fue iniciativa de un lobby de instituciones vinculadas a la investigación biomolecular y la industria antienvejecimiento entre ellas Biogerontology Research Foundation y la International Longevity Alliance, que luchan por cuantiosos fondos para financiar sus investigaciones.
Representan a muchos de los que utilizan expresiones como guerra contra el envejecimiento, conquista de la juventud eterna o derrota de la vejez, un leguaje bélico que denota que no están dispuestos a darse por vencidos fácilmente.
Solo en los Estados Unidos el mercado de productos antienvejecimiento moviliza cerca de 10.000 millones de dólares anualmente y se calcula que el mercado potencial global de estos productos seria de mas del 20% de la población mundial. Nada despreciable y donde están involucrados poderosos actores como la misma FDA, la Agencia Regulatoria de Medicamentos de Estados Unidos no regula actualmente ninguna práctica o producto diseñado para abordar el envejecimiento.
La OMS
Del otro lado del mostrador tenemos a la OMS, una institución que vive horas bajas no solo desprestigiada por los yerros en la gestión de la pandemia, sino además sospechada de serios conflictos de interés, sesgos políticos y con una capacidad técnica muy mermada producto de su falta de financiamiento, lo que torna en un circulo vicioso y condicionado su accionar.
Solo como ejemplo su presupuesto equivale al 30% del presupuesto anual del Centro de Control de Enfermedades de EE. UU., el 4% de las ganancias anuales de un laboratorio como Pfizer o el 10% de lo que gasta en publicidad la industria farmacéutica.
El desbalance en cómo se financia OMS es tan significativo que la Fundación Gates aporta cerca del 10% de su presupuesto y los Estados Unidos 15%. Curiosamente a lo que se podría pensar, la OMS recibió más dinero de la administración Trump que de la del presidente Obama según Forbes.
Por si fuera poco, las desavenencias políticas también incumben fuertemente a la hoy llamada Unidad de Unidad de cambio demográfico y envejecimiento saludable, su responsable actual y los pasados, que denota una lucha de egos de alto nivel.
La combinación entre un lobby muy poderoso y una OMS débil es la arena perfecta para una hoguera que esta siendo alimentada erradamente por voces populares indignadas como la sociedad civil.
La respuesta a la interrogante: ¿la vejez es una enfermedad?
Pero volviendo a la pregunta de si vejez es enfermedad… ¿acaso debieron pasar tres años para que algunas personas piensen y se movilicen sobre un tema, en este sentido, profundamente semántico? Si fuera así en el mundo habría más de 6.000 millones de personas enfermas que es el total de la población ya que cada día que vivimos somos mas viejos que el día anterior, y de esta manera tendríamos entre nosotros casi un 12% de enfermos en estadio avanzado que son todos aquellos mayores de 60 años del mundo. Algo desopilante.
Por otro lado, pensar que la OMS que acaba de declarar (y luego veremos los verdaderos alcances y logros) Década del Envejecimiento Saludable 2020 – 2030, afirma ahora que la vejez es una enfermedad equivale a pegarse un tiro en el pie y con un poco de reflexión y análisis debería disparar las alertas sobre la verdadera naturaleza de la polémica.
Así una pregunta tan simple no solo tiene diferentes interpretaciones sino diferentes e interesados actores que quieren hacer pesar su rol sean estos un lobby internacional, una institución como la OMS y hasta personas con egos inflamados.
Revertir o enlentecer el envejecimiento
La idea de detener, revertir o enlentecer el envejecimiento existe desde que existe el ser humano no lo olvidemos. Estas polémicas que parecen llegar hasta el Vaticano mismo nos desvían de lo realmente importante como darnos cuenta de que envejecer debería ser motivo de celebración, como pasar de la protesta a la propuesta o pensar que tipo de OMS queremos una vez que la pandemia termine.
En un tiempo en el que me hace recordar a mi abuela Elsa que vivió más de 100 años y que en la cocina mientras preparaba la pasta del domingo, un día me dijo “Diego a mis 95 de los míos no queda nadie, para que quiero vivir hasta los 120”.
Mi abuela era muy sabia, supo reconocer sus limitaciones y disfrutar de ese tiempo que la llevo a ser feliz con su sentido común, el más común y escaso de los sentidos que nos lleva a buscar respuestas ante preguntas sin sentido.
Escrito por: Prof. Dr. Diego Bernardini MD. PhD. web: www.diegobernardini.com
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