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Hay momentos en que muchos pueden sorprenderse de la necesidad de algunos padres de controlar desde manipulación la vida de los hijos.

Al hablar de los límites que hay que ponerle a nuestros hijos en casa, pero qué pasa cuando esos hijos son grandes y tienen sus propios hogares? ¿Quién pone límites a esos padres?

Matando el mito

Es verdad que nuestros padres siempre van estar para aconsejarnos, guiarnos y ayudarnos lo más que puedan, pero ¿qué pasa cuando esta guía se transforma en control, los consejos en órdenes y la ayuda en dependencia? Primero tenemos que desmitificar esta creencia de que toda acción que hagan nuestros padres es “buena”, puesto que cada persona actúa según su programación o historial emocional, y nuestros padres no están desvinculados de esta realidad.

En esta perspectiva es responsabilidad de cada hijo saber identificar las “programaciones negativas” que tienen nuestros padres para poder transcenderlas e ir mejorando generación a generación.

Todos tenemos un padre o madre que amamos pero que tiene una enorme necesidad de controlar nuestra vida, incluso si ya somos adultos. Este tipo de padres “tóxicos” no buscan tu autonomía, sino que dependas de ellos.

Reconocer un padre tóxico

Existen diferentes tipos de padres tóxicos, pero entre los principales están:

  • Los controladores: Esperan que cumplas sus expectativas.
  • Los críticos: Esperan que hagas lo que ellos no pudieron.
  • Los sobreprotectores: Esperan cubrir contigo su culpa.
  • Los víctima: Esperan ser cuidados y que les resuelvan la vida.
  • Los rescatadores: Esperan que dependes siempre de ellos.

El resultado de padres que crían a sus hijos de cualquiera de estas dependencias será:

  • Controladores: Hijos iguales o frágiles.
  • Críticos: Hijos perfeccionistas y rígidos o rebeldes.
  • Sobreprotectores: Hijos con miedo a crecer y débiles emocionalmente.
  • Víctima: Hijos iguales o demasiado duros.
  • Rescatadores: Hijos iguales o necesitados y dependientes.

Cabe recalcar que este actuar la gran mayoría de los casos es inconsciente, por lo que los padres difícilmente son capaces de reconocer este comportamiento controlador por si solos.

Límites para una mejor relación

Es importante reconocer que al poner límites a nuestros padres iniciamos la modificación estos programas “negativos” que muchas veces arrastramos de nuestra familia, y a la par estamos sanando todo nuestro árbol genealógico. Así nos aseguramos de que no traspasar la misma “necesidad emocional” en nuestros hijos.

¿Cómo poner límites a un padre?

  • Deja de usarlos cuando te conviene.
  • Pregúntate qué necesitas realmente.
  • Renuncia a tu necesidad de cambiarlos o rescatarlos, ellos no van a cambiar.
  • Observa que ya no son tus padres, son dos adultos igual que tú.
  • Sé empático, no se trata de tratarlos mal.
  • Sé autónomo y busca momentos con ellos dirigidos y fuera del sistema.
  • Diles lo que aprecias de su presencia y lo que hoy no quieres más.
  • Haz un acuerdo razonable para ambas partes.

Elegir ser padre es elegir criar y amar sin deuda.

Andrés Borbor C.
Psicólogo general
www.MasVidasPositivas.com

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