El mejor ejemplo a seguir para llevar una familia es la de Nazaret.
De niña recuerdo que nos hacían poner en el pesebre al niño Jesús. Sin embargo, nunca me fijé en esas figuras desapercibidas que se encontraban detrás de su cuna: María y José. Pareciera que hasta los reyes magos tenían una historia más interesante que ellos, al dejarse guiar por esa estrella hacia la luz que es principio y fin de todo lo creado, Cristo.
El esplendor del verdadero amor
Hoy como madre, no puedo evitar pensar en esas historias no contadas de los padres de Jesús. ¿Cómo habrá sido huir con un recién nacido? ¿Con qué dinero esperaban suplir lo necesario? Sé de primera mano lo difícil que es no tener familiares cerca que te ayuden cuando recién das a luz, cuánto más difícil debe ser huir porque alguien quiere acabar con la vida de tu hijo amado.
María y José, no son una figura accesoria, más bien, nos hacen replantear nuestras prioridades…Pensemos qué ocupa el primer lugar en nuestro corazón. ¿Mi trabajo o mis hijos? ¿Acaso ellos necesitan todas las cosas que les damos, más que nuestro tiempo y cariño? ¿Confío en que Dios conduce nuestras vidas? Así, la familia de Nazaret rompe todo paradigma para preguntarnos: ¿qué necesita realmente mi familia?
Mantener viva la esperanza
La mejor educación no viene de un prestigioso colegio, sino del hogar, de saberse amado y escuchado. Es importante reconocerse en la familia y en la sociedad, para así encontrar nuestro lugar en el mundo.
No es que la educación no sea importante, pero también es cierto que ni toda la ciencia del mundo detuvo la bomba atómica, los campos de concentración o la situación tan terrible que viven nuestros hermanos venezolanos, por poner un ejemplo más cercano; no es la ciencia lo que nos hace humanos.
La familia de Nazaret tiene las respuestas que buscamos frente a los males de la sociedad, que no encontraremos en el dinero, el trabajo o la educación.
UN ejemplo a seguir
Esta pareja humilde y poco conocida, no solamente fue escogida por Dios para cuidar de su hijo, Jesús. El insondable misterio de contemplar a dos personas educando ¡al mismo Dios! Quienes en su humildad lograron marcar un antes y un después en la historia de la salvación de la humanidad.
Entonces, ¿qué es realmente importante y cuánto tiempo le estamos dedicando? La familia, la vida personal y el trabajo, son dimensiones fundamentales, irrenunciables y complementarias en todo ser humano. En esta Navidad es sumamente importante conciliarlas, seamos la Sagrada Familia viviente, encontremos en esta época el verdadero significado de la Navidad, que tiene su origen en la Familia de Nazaret: donde Dios mismo vino al mundo. Disfrutemos de ella y amémosla del mismo modo en que Dios cuida de cada uno de nosotros.
“El Hijo de Dios se hace niño, acepta crecer, fortalecerse, está lleno de sabiduría y la gracia de Dios está sobre Él. María y José tienen el gozo de ver todo esto en su hijo; y esta es la misión a la cual está orientada la familia: crear las condiciones favorables para el crecimiento armonioso y pleno de los hijos, para que puedan vivir una vida buena, digna de Dios y constructiva para el mundo” –Papa Francisco |
Por Lorena Sánchez Padilla
Lcda. en Periodismo Internacional
Máster en Matrimonio y Familia