¿Qué palabras usar y cuáles no usar para acompañar a quien está sufriendo la pérdida de un ser querido (que está de luto)?
Consolar a alguien que está de luto es difícil. Cada persona quiere y necesita cosas diferentes: una quizás quiera hablar sobre su dolor, mientras que otra preferiría que la distrajeran. Cada uno tiene creencias religiosas diferentes y, a veces, el afligido puede tener sentimientos encontrados en relación a la muerte. Nosotros mismos quizás nos encontremos incómodos con la pérdida.
Es un impulso natural decir algo que pensamos nos ayudaría si estuviéramos en la misma situación, pero aunque hayamos experimentado el mismo “tipo” de pérdida, no hemos vivido el mismo dolor. Frases que pensamos que podrían ayudar al otro a menudo no sirven, sobre todo si la persona con quien hablamos no comparte nuestra fe (y muchas veces sencillamente no sabemos si ese es el caso).
Frases hirientes para quienes están de luto
Estas frases comunes pueden resultar hirientes, incluso si se dicen con la mejor de las intenciones:
“Es parte del plan de Dios. Todo sucede por una razón”
Incluso si sabes que la otra persona comparte tus creencias, esta frase tan gastada no ayuda y, para los no creyentes, no ayuda en absoluto.
Que te digan que tu dolor es parte de un hermoso plan maestro —en un momento en que todo tu mundo se desmorona— no alivia el dolor, sino que lo incrementa.
Transmite a la persona que su dolor es irrelevante en comparación con el destino que cumple su pérdida… No es precisamente la respuesta compasiva que necesita en un momento como este.
“En el proceso de duelo, las personas necesitan compasión, que literalmente significa la voluntad de compartir su sufrimiento y acompañarlas como necesiten en su dolor”, explica el padre Roger Landry, capellán nacional de Catholic Voices USA.
“Los tópicos espirituales no comparten el dolor del otro, sino que van dirigidos a minimizar o eliminar verbalmente ese dolor. Por ese motivo, en la mayoría de los casos, no solamente no funcionan, sino que pueden incrementar involuntariamente el dolor, porque quien está de luto entiende que la otra persona no está ‘entendiendo’ lo que le pasa”.
“Cualquier comentario que sugiera que es la voluntad de Dios que tu ser querido esté muerto no es bueno y suena a mojigato. No es útil escucharlo”, afirma Terry Bryan, instructor de teatro de California.
“No intentes actuar como si supieras algo debido a tu sabiduría o cercanía a Dios que el que sufre no conoce o no entiende”.
“Está en un lugar mejor”
Incluso para los cristianos es una frase dura de escuchar cuando estás de luto por la pérdida de un ser querido.
Cuando murió el hijo adulto de Mary Lehr, esta madre californiana de nueve chicos sintió que escuchar que su hijo estaba en un lugar mejor era directamente frustrante. “Bueno, no, en realidad debería estar aquí en la Tierra criando a los hijos que Dios le dio”, pensó.
Confiar en que un ser querido está en el Cielo no alivia necesariamente el dolor de quienes sufren su ausencia. En cualquier caso, incluso los cristianos más devotos no pueden saber lo que sucede tras la muerte.
El padre Landry señala que “excepto en el caso de un santo canonizado o un niño bautizado, no sabemos con seguridad adónde va alguien que ha muerto”, y que “algunos de los clichés tan frecuentemente repetidos no se basan en ningún conocimiento que pueda tener el ser humano”.
También es una frase especialmente difícil de escuchar para los no creyentes, que no creen necesariamente en la existencia de un “lugar mejor” para sus seres queridos difuntos.
“Dios nunca nos da más de lo que podemos soportar”
Cuando estás abrumado por el dolor, apenas capaz de dar un paso firme, lo último que quieres escuchar es que te han endilgado la cantidad “precisa” de dolor, especialmente diseñada para ti.
Lo cierto es que el luto es siempre más de lo que podemos soportar, incluso si nos las arreglamos para seguir caminando. Quizás creas que es una forma de dar aliento, pero a menudo puede hacer que la persona se enfade más con Dios.
“Personalmente, no me gusta que me digan que ‘Dios nunca te da más de lo que puedes soportar’”, afirma Ashley Austrew, escritora de Omaha, Nebraska.
“A veces la pérdida es más de lo que puedo encajar y no encuentro ningún consuelo en que me digan que estoy o debería estar preparada por naturaleza para lidiar con mi dolor, o que Dios está ahí arriba midiendo la cantidad exacta de dolor que puede echar en mi camino”.
“Al menos ya era anciano / vivió una vida plena”
Cuando muere un ser querido, saber que vivió una vida larga y/o plena no mitiga el dolor dejado por su marcha. De hecho, solamente amplifica el vacío tan grande que dejó su marcha.
Quizás te ayude a lidiar con tu pérdida, pero para alguien muy cercano al fallecido quizás le cause incluso más dolor.
Cuando Jennifer Lizza, escritora de Nueva Jersey, experimentó la muerte de su abuela, estaba devastada por la pérdida y sentía que había perdido una de sus mejores amigas.
“Muchas personas me decían ‘Bueno, al menos ya era anciana’”, recuerda. “Me enfadaba mucho. No entendía por qué su edad debía disminuir en nada mi dolor”.
“Con el tiempo será más fácil”
Esta frase no solo no ayuda a quien está de luto, sino que además no tiene por qué ser cierta. No hay un calendario establecido para el dolor y la experiencia de cada uno con el luto es diferente.
A veces el dolor es algo que dejamos atrás, pero otras veces nos acompaña toda la vida, cambiando y evolucionando con el tiempo.
“El dolor no existe en el paradigma de ‘fácil’ o ‘difícil’”, explica Josh Nieubuurt, profesor de Okinawa, Japón, que escuchó esta frase tras la muerte de su padre.
“Es una expresión polifacética de una gran variedad de emociones. El dolor nunca se hace más fácil, solamente se gestiona mejor con el paso del tiempo.
El dolor sigue existiendo como dolor. Sin embargo, con tiempo y experiencia las cualidades de la pena también evolucionarán con el individuo”.
Entonces, ¿qué debemos decir para apoyar?
Es muy difícil encontrar las palabras apropiadas para aliviar el peso del dolor por la muerte de un ser querido y, a veces, lo mejor que podemos hacer es darnos cuenta de que no hay nada que podamos decir para “mejorar” la situación.
El duelo es un proceso que no sigue una línea recta o predecible, y no hay forma de saber el espacio emocional exacto de quien conoce una noticia trágica o una pérdida.
Las expresiones básicas como “Lamento tu pérdida” nunca pueden salir mal ni pueden malinterpretarse. Además, si conoces bien a la persona afligida, puedes ofrecer llamadas frecuentes o llevar comida o ayudar a gestionar la logística y la administración que acompaña un fallecimiento.
Sin embargo, en definitiva, tu simpatía y tu presencia por sí solas pueden ser el mayor consuelo de todos.
Según dice el padre Landry: “En muchas situaciones de duelo, lo mejor que podemos hacer es estar ahí, simplemente, para quienes están sufriendo. Nuestra silenciosa presencia comunica que la persona no necesita sufrir sola. A menudo percibirán en nuestra presencia callada una sabiduría que entiende que no hay ‘palabras mágicas’ en estas circunstancias para llevarse de inmediato su dolor”.
Intenta mantener un espacio emocional para esa persona, ya implique rezar por ella u comunicarle un “Pienso en ti”, si no es creyente. Es importante hacer saber a quienes están de luto que no te has olvidado de ellos, incluso si, como todos nosotros, no sabes exactamente qué decir.
Escrito por: Gemma Hartley, vía Aleteia.
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