Compartir:

Los bebés del Coronavirus una promesa de vida. Si cualquiera siente angustia ante ese virus invisible, qué pensarán las embarazadas.

La crisis sanitaria mundial a la que nos enfrentamos con el coronavirus no tiene precedentes, por lo que las respuestas habituales no sirven y se necesitan soluciones creativas.

Esta es, sobre todo, una crisis humana que llama a la solidaridad. Es particularmente necesario el servicio, personas que estén dispuestas a pensar en los demás, cada uno a su modo, pero con un renovado impulso de ayudar a los otros que crece mientras pasan los días de aislamiento.

 

 

Gran ansiedad

En bastantes personas hay ansiedad. Muchos temen presionar el botón del ascensor, abrir la puerta del taxi o acercarse demasiado a las personas en el supermercado. Si cualquiera siente angustia ante ese virus invisible, qué pensarán las embarazadas, que en toda circunstancia deben ser más cuidadosas y más precavidas, y que, además, cargan con la preocupación de cómo será el parto en tiempos de aislamiento y hospitales virulentos.

Uno de los grandes problemas frente a la angustia de las madres es que hay muchas cosas que aún no sabemos con certeza. Son días de prueba y error. Sin embargo, existen ciertas respuestas en medio de tantas dudas, que cualquier mujer embarazada probablemente quiere saber. Por ejemplo, si estoy embarazada y me contagio, ¿le pasaré el virus al bebé?

Pero Dios no nos deja nunca solos, Él mismo se ha encargado de aliviar el peso de tantas cruces. Remueve corazones y nos da luces para encontrar nuevos caminos. Eso es lo que hemos constatado estas semanas en Quito en la Fundación AFAC, que es una institución privada, sin ánimo de lucro, guiada por principios cristianos, que brinda atención médica de alta calidad, sobre todo en lo referente a la maternidad. Pese a que antes de la Pandemia habíamos sufrido para encontrar donantes y soportar toda la operación de la clínica, desde hace varias semanas son muchos los que han abierto su corazón para ayudar.

Pensábamos que todo el nuevo panorama pondría en peligro las opciones de sobrevivencia de la AFAC como institución, porque las medidas de aislamiento social sólo permitían abrir la Fundación a media jornada, entre las 8:00AM y las 12:00PM, y de lunes a viernes, también como una medida para precautelar en cierta forma la salud de los trabajadores, cuerpo de médicos y enfermeras, además de los pacientes.

 

 

Pedido del Papa

El Santo Padre dijo en la Misa de Santa Marta: Quisiera que hoy rezáramos por las mujeres que están embarazadas, mujeres embarazadas que se convertirán en madres y están inquietas, preocupadas. Se preguntan: ‘¿En qué mundo vivirá mi hijo?’. Recemos por ellas, para que el Señor les dé el coraje de criar estos hijos con la confianza de que ciertamente será un mundo diferente, pero siempre será un mundo que el Señor amará tanto.

Estas palabras motivan a redoblar los esfuerzos y las oraciones. Varias personas ofrecieron colaborar y se formó un equipo con nuevos voluntarios que se decidieron a buscar cómo ayudar eficazmente a las madres más necesitadas en la capital del Ecuador.

Primero había que ver las condiciones para que los ambientes estén libres de Covid-19, para lo que se pudo contar con la asesoría de algunos expertos. Luego definir protocolos que ofrezcan seguridad a la los médicos y enfermeras.

Finalmente quedaba el asunto más importante: la comunicación. Por una parte una campaña a través de las redes sociales para ofrecerles a jóvenes madres de escasos recursos el servicio de parto en AFAC, y por otro lado una campaña de recaudación de fondos para solventar estos gastos en la clínica.

 

 

Hacia delante

Lanzamos la estrategia y mucha gente nos alentó, inclusive algunos Influencers empezaron a difundirla; se nota la buena disposición de la gente, en una semana logramos reunir suficiente dinero para atender a varias madres de manera gratuita.

Fue así como empezaron a llegar Silvia, Ibeth, Jenny, Viviana, Katherine, Giomar, Cristina, y otras madres, contactaron a AFAC porque necesitaban un lugar seguro para traer a sus hijos al mundo, pero no contaban con los recursos económicos para utilizar los servicios de un hospital privado y estaban asustadas de los hospitales públicos, ya que varios habían limitado sus servicios solo a emergencias y pacientes del COVID-19.

Algunas historias son más fuertes: una de ellas, embarazada a los 17 años, había contemplado la posibilidad de abortar. Giomar no tenía recursos ni para pagar el transporte hacia la Fundación. Ibeth, inmigrante venezolana, sólo comía dos veces al día. Jenny, había perdido su empleo por la pandemia. Otras, como Cristina habían tenido que cerrar sus negocios.

Los buenos resultados de esta iniciativa, nos han devuelto la fe en que debemos seguir trabajando con rectitud de intención, con amor, con esfuerzo, con paciencia y con sentido sobrenatural, sin desistir y sin flaquear. No se trata de proezas sobrehumanas, se trata de las tareas comunes y corrientes, se trata de servir a los demás, con pasión y esfuerzo, por amor a Dios, se trata simplemente de humanidad. Es lo que he aprendido de San Josemaría y que en estos tiempos más difíciles lo hemos comprobado en muchas personas.

 

 

Continuar ayudando

Para seguir ayudando los datos de la Fundación, son:
FUNDACIÓN AFAC
RUC 1791269241001
Banco Internacional
Cuenta corriente 0520613283
Dirección Bachiller Guevara N 6676 y Lizardo Ruíz,
Teléfono 2596676

 

 

Compartir: