Compartir:

Francisco, en su visita Colombia, debía abordar un gran dilema. Este es: para que venga la paz, ¿hay que dejar sin castigo los crímenes de guerra de las FARC y aceptar la injusticia hacia las víctimas?

Un país divido por la guerra y por la paz

Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) entraron en conflicto bélico con el gobierno en 1964. Durante más de 50 años, abundaron los homicidios, secuestros, desapariciones forzadas, atentados y masacres.

Después de cuatro años de negociaciones, se alcanzó un acuerdo definitivo de paz, en noviembre del año pasado. Fue complicado, porque el primer acuerdo fue rechazado por un plebiscito. Luego de una modificación al acuerdo, se obtuvo el pacto definitivo.

Aún hoy, Colombia sigue dividida. Más de la mitad de los votantes no aceptaba la concesión de amnistías por crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad. Y a esto debía responder el Papa: ¿aceptar una paz a costa de las víctimas?

El papel de Francisco en los acuerdos de paz

Cuando el Papa volvía a Roma, al terminar un viaje apostólico a Cuba y Estados Unidos, en 2015, comentó en la conferencia de prensa en el avión papal, que tanto él como la Santa Sede “trataron de ayudar” el proceso de paz de Colombia. (Semana/AFP, 28 sep. 2015)

La Comunidad de San Egidio, fue el movimiento católico que facilitó los contactos entre las FARC y la Santa Sede. Gianni La Bella, uno de sus miembros, explicó en 2015 que “desde hace 20 años mantenemos contactos con las FARC. Nos han usado como palomas mensajeras para la paz”.

En efecto, ellos llevaron en mayo y agosto de ese año dos misivas de las FARC al Papa, en las que la organización garantizaba su voluntad de llegar a la paz y pedía su intervención. (Infobae, 24 sep. 2015)

El perdón, vía para construir la paz

En la homilía que Francisco pronunció en Villavicencio, el pasado viernes 8, alentó a la reconciliación de los colombianos. Explicó que se deben evitar dos polos: por una parte, la tentación de la venganza y de hacer justicia por la propia mano. Y por otro, el utilizar la reconciliación para solapar situaciones de injusticia.

La vía que propone el Pontífice empieza por escuchar a todos los que han sufrido durante estos años: “reconciliarse es abrir una puerta a todas y a cada una de las personas que han vivido la dramática realidad del conflicto”, dijo el Papa, que pediría después “no desconocer o disimular las diferencias y los conflictos”.

El Pontífice propuso el perdón como gran artífice de la paz. Este afirmó que “cuando las víctimas vencen la comprensible tentación de la venganza, se convierten en los protagonistas más creíbles de los procesos de construcción de la paz”.

Francisco, conocedor de que este proceso de reconciliación no es fácil ni para la víctima ni para su agresor, pronunció unas emotivas palabras, llenas de esperanza: “Es necesario que algunos se animen a dar el primer paso en tal dirección, sin esperar a que lo hagan los otros. ¡Basta una persona buena para que haya esperanza! ¡No lo olviden, basta una persona buena para que haya esperanza! ¡Y cada uno de nosotros puede ser esa persona!”

Epílogo

La reconciliación nunca será un proceso sencillo, ya que pedir perdón y perdonar realmente exceden las fuerzas humanas. Por eso, la reconciliación invita a buscar tanto un motivo sobrenatural –el ejemplo de Jesús–, como una fortaleza sobrehumana: la gracia de Dios. Por eso se entiende la intervención de la Iglesia en este proceso de paz, y también por eso ha sido tan importante el encuentro del Vicario de Cristo con los colombianos.

Por: P. Luis-Fernando Valdés

@FeyRazon   lfvaldes@gmail.com

http://www.columnafeyrazon.blogspot.com

Compartir: