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Cuando nuestros pequeños crecen la habitación también cambia.

La definición de dormitorio es sencilla: un espacio dentro de la casa en el que cada miembro de la familia duerme. Si bien, esto puede ser cierto, además de dormír ahí, tambien es nuestro espacio personal. Además, de detectar si esta habitación pertenece a un niño o a un adulto, esta dice mucho sobre nosotros: los detalles que lo decoran, el color de sus paredes, las fotografías que colocamos, etc… Así, al entrar a una habitación, es posible reconocer el color favorito, los hobbies, las personas que se admiran y de esta manera, anticiparnos a conocer un poco más al dueño de este espacio.

 Reflejo de lo que somos

Un cuarto habla mucho de la persona que lo habita, por ende, es comprensible que al crecer este pase por algunas modificaciones, como sucede en todo ser humano. A lo largo de la vida, cambiamos tanto física, como psicológica y conductualmente. Así, nuestra habitación se convierte en un reflejo de este proceso de crecimiento.

Por lo general, la decoración de un cuarto comienza con un papá y una mamá escogiendo cada detalle para ese nuevo y especial integrante de la familia.

A medida que el niño o la niña crece, los papás proceden a tomar en consideración las preferencias y gustos de su hijo o hija. Por ejemplo, se pueden observar habitaciones que tienen más muñecas “barbies”, otras con dinosaurios, otras con estanterías de libros e incluso algunas con poco espacio en el piso por la cantidad de juguetes. Cada niño llenará su cuarto a su manera y con los objetos que utiliza.

 ¿Qué sucede cuando crece? 

Definitivamente, la entrada a la adolescencia es una etapa compleja y llena de cambios. La búsqueda de identidad, los amigos, los medios y las redes sociales influyen en diversos aspectos que van construyendo la personalidad. Además, se gana un poco de independencia y al igual que los cambios en la persona, el dormitorio también se transforma.

Ese lugar, que antes estaba lleno de juguetes, de repente se vuelve más espacioso (los grandes ya no juegan tanto con muñecas o con carritos). Ellos, suelen cambiar las paredes al color que está de moda entre los amigos y empiezan a llenarse de posters y de fotografías. Si no había un escritorio antes, es probable que ahora aparezca uno con un computador. Las sábanas ya no son de caricaturas sino de colores llanos.

La decoración del cuarto de un adolescente llega a ser una excelente ocasión de aprendizaje. Los papás pueden establecer ciertos límites y tendrán la oportunidad de conocer a su hijo a través de sus elecciones. Para los chicos, representará un voto de confianza que sus padres le han dado y una forma de seguir trabajando en el respeto por no transgredir los límites establecidos. Permitamos que el cuarto se convierta en un reflejo de aquellos jóvenes, un espacio para que descubran su identidad y que sea la señal de que están creciendo, o mejor dicho, transformándose.

Por Consuelo Mendoza
Máster en Psicopedagogía
Instagram @ps.cl.consuelom  

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