Hay chicos que son muy enérgicos, pero ¡cuidado!, no son hiperactivos sino que tienen una gran vitalidad física, muy apasionados y se diría que son bastante «sentimentales».
La actividad es su verdadera fuerza y consecuentemente la nota predominante de su carácter. Sienten necesidad de obrar por obrar, no pueden permanecer quietos sin hacer algo. Por lo tanto, en ocasiones les falta relajación.
«¡Mamá, relajarse es un rollo, yo siempre tengo que hacer algo. Es un rollo estar sentado todo el rato estudiando. ¿Es que no puedo hacer los deberes de pié?» Este puede ser alguno de los comentarios si tenemos un hijo enérgico. Verdaderamente, les resulta difícil quedarse quietos.
Por eso son dinámicos, pero no constantes. Tienen una actividad improvisada y, por ello, con la misma facilidad con que empiezan una acción, la dejan sin terminar para empezar otra nueva. Su actividad es frenética, pero poco ordenada y sin profundidad.
Cualidades y defectos de los niños enérgicos
Los niños enérgicos suelen ser muy trabajadores, resistentes, serviciales, sociables y generosos. Por lo general son alegres, cordiales y entusiastas. Son hábiles para persuadir a los demás y tienen facilidad para hacer cosas por los demás.
Pero por otro lado se pueden manifestar impulsivos, autoritarios, superficiales e impacientes. Por su gusto a vivir intensamente la acción del momento, pueden inclinarse fácilmente a satisfacer a los sentidos, dejándose arrastrar por lo que les apetece en cada momento.
La tensión emocional que generan los niños enérgicos
La tendencia enérgica del carácter puede generar una gran cantidad de tensión emocional que los chicos no saben cómo dominar, ocasionando estados de irritabilidad, estrés, pesadillas, etc.
Por tanto, hay que prestar atención a detalles que indican si el niño es propenso a la tensión emocional: morderse las uñas o los puños de algunas prendas de vestir, llevarse los dedos a la nariz, arrancarse las costras de las heridas, morder el mango del bolígrafo, soñar a menudo con cosas que le hacen sufrir, permanecer inquieto ante el semáforo en rojo, entre otras.
Se debe entender que la tensión es una reacción natural de nuestro organismo que nos predispone a la acción, sin embargo, cuando este estado emocional tiene una gran intensidad hay que controlarla, pues puede convertirse en un elemento corrosivo para la salud.
Fuente: Hacer Familia