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Los tres primeros años de vida de un bebé son esenciales para sintonizar y conectar con el mundo, pero sobre todo, con su madre.

Un niño llega al mundo y, la primera cara que logra percibir es la de su mamá. Termina el primer viaje de su vida en el vientre de su madre. El aterrizaje ha de ser suave, sosegado, sin miedos y sin sobresaltos.

De ahí la importancia de la sincronía en la maternidad para llevar esta relación única entre madre-hijo, pues pone las bases del desarrollo infantil temprano.

 

 

Sintonizar con los hijos pequeños

Aquí te mostramos los puntos esenciales para sintonizar con los hijos pequeños:

VÍNCULO DE APEGO

La madre, debe sintonizar; es decir, sincronizarse con su hijo recién nacido para que se sienta a gusto y seguro en su nuevo entorno vital. Los niños necesitan una primera figura de apego confiable.

Este vínculo de apego se logra con recursos poco verbales y muy corporal: esa es la verdadera primera comunicación entre el niño y su progenitora. Estamos hablando de maternar, de cuidados, cariño y atención.

LEER LAS SEÑALES QUE EMITE EL NIÑO

Debemos entender esta relación como una unidad. Los expertos señalan que una madre debe ser una buena lectora de las señales del gran lenguaje pre-verbal que maneja el bebé.

Para detectar esas señales emitidas por el niño es importante mirar a los ojos y ofrecer una respuesta adecuada y oportuna. Esas señales pueden ser risas y, por consiguiente, deben responderse con las risas de la madre.

Los balbuceos también esperan respuestas, y las expresiones faciales buscan acuerdos. Pero también hay diálogo en el llanto, pataletas y desconsuelo ante determinadas frustraciones. Ahí la madre debe poder distinguir entre tipos de llanto, lamentos, gemidos, quejas.

Y saber, si ha aprendido el idioma especial de su hijo, a interpretar qué le pasa al niño: está cansado, le duele la barriga, tiene hambre, o no acaba de conciliar el sueño.

Si la madre entra en sincronía con el hijo, a base de horas de atención, estas interpretaciones no resultan difíciles. Sin embargo, si la sincronía está ausente el niño se convierte en un ser «incómodo» e incomprensible que no solo es difícil de manejar, sino que genera estrés y tensión.

 

 

ADIÓS A LOS DISTRACTORES

Existen distractores cada vez más intensos. Antes era la televisión; ahora una prioridad para la madre puede ser su teléfono móvil.

Cuando es desatendido, los expertos en el vínculo de apego dicen que el niño se puede retraer, asustar, incomodar o desorientar: es la formación del apego inseguro y sus diferentes versiones (ansioso, evitativo, desorganizado).

EL JUEGO DE MIRADAS QUE HABLAN DE AMOR INCONDICIONAL

¿Qué hay que hacer ante estos distractores que generan distancia? Recuperar el cruce de miradas, sonrisas, cantos. Miradas cuyas respuestas son aún más expresivas. Hay que recuperar la unidad madre-hijo e invitar a otros participantes. Por ejemplo, el padre que puede ser la segunda figura de apego. Y la clave es el tono distendido y juguetón.

HAY QUE NOMBRAR EL MUNDO CON EL DEDO Y EXPLICARLO

Señalar novedades con el dedo: en la naturaleza, en casa, en el parque, etc. A partir del primer año de vida, el niño entiende muchas de las cosas que se le dicen y las incorpora a su vocabulario, aunque son palabras que todavía no puede usar.

Cuando miremos y señalemos algo hay que explicar al niño qué está pasando, qué está viendo y entonces -el ideal- es que el niño también señale lo que le indicamos.

Expertos en neurociencia dicen que su sistema neurocerebral puede modificarse por las interrelaciones de calidad, pues unos determinados genes se encienden, se expresan, y contribuyen a que el niño despliegue todo su potencial.

 

 

Escrito por: Ignasi de Bofarull, vía Aleteia.

 

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