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¿Todo es malo actualmente? Muchos piensan con sí, pero si ponemos la fe en Dios, podemos mirar con fe hacia el futuro pese a la pandemia.

La aparición de esta pandemia, el confinamiento social que la acompaña y los muchos otros cambios bruscos en nuestras vidas que esto ha conllevado es algo que la mayoría de nosotros jamás habíamos experimentado, ni imaginado siquiera.

Como seres humanos estamos enfrentando un nuevo reto de aprender a vivir bajo estas nuevas circunstancias y todo esto ha dado como resultado que nos sintamos ansiosos, confundidos, inquietos y preocupados por el futuro.

La crisis sanitaria nos demostró no hacer diferencia entre personas y aunque el mundo trata de marcar diferencias económicas, sociales o culturales, el COVID-19 ha puesto en evidencia que todos somos iguales ante los ojos de Dios, que no vivimos aislados y nos necesitamos los unos a los otros.

Usualmente vivíamos haciendo planes para el futuro pensando que tenemos el control de nuestras vidas, pero bastó algo tan imperceptible como un virus para alterar completamente nuestras rutinas y destruir nuestros planes, dejando en evidencia nuestra fragilidad y la importancia de tener un orden y prioridades bien claras en nuestras vidas ya que cualquiera puede enfermarse e incluso morir repentinamente.

 

 

La importancia de dar gracias

Qué importante se ha vuelto dar gracias por un día más de vida a partir de este acontecimiento y hemos vuelto a recordar que todos sin excepción somos imagen y semejanza de Dios lo que nos da un valor grandísimo y una dignidad infinita.

Solo Él es el dador de la vida, por lo que desde la concepción hasta la muerte natural debemos proteger la vida de todos. La vida humana no tiene precio y no importan las
consecuencias que una crisis como la que vivimos traiga, debemos luchar a toda costa por cuidar la vida de todos.

Solo Dios es importante

Finalmente, esta crisis dejó en evidencia que solo Dios es lo único y realmente importante. A pesar de que nos cerraron los templos cada uno hizo un altar en su casa, transformándola en un santuario personal donde adorar y pedir a Dios para que todo esto termine y en Él encontramos la única fuente de verdadera seguridad y confianza, pues nada de lo que teníamos en el mundo pudo dárnosla.

Por lo tanto, los invito a que en esta nueva realidad a la que hoy nos enfrentamos y nos tocará vivir de ahora en adelante vivamos con fe y esperanza de que Dios está con nosotros. Reconociendo nuestros errores del pasado, enfrentando nuestro presente y actuando para que el porvenir sea mejor.

Las tres virtudes cristianas son la fe, el amor y la esperanza. Que nuestra fe en Cristo nos sostenga, nuestro amor por Él y por los demás nos anime y nuestra esperanza nos aliente a seguir adelante y hacer de este un mundo mejor a pesar de la pandemia.

 

 

Escrito por: Arquitecta Paula Ávalos.

 

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