«¡No tengas hijos tan pronto!» ¿Es cierto que la maternidad limita a una mujer?
que es la maternidad.
Hace algunos meses que comencé a ver en redes sociales reels con fragmentos de podcasts o entrevistas de actrices o influencers hablando sobre su experiencia como madres: «Tengo hijos pero no me gusta ser mamá» o usando esta palabra «Amo a mis hijos, pero no me gusta maternar». ¿Qué es la maternidad…?
Me llama la atención que esta idea surgía en la pospandemia: muchas familias tuvieron que estar en casa con hijos pequeños sin poder salir a pasear, ir al colegio o ir a visitar a los abuelos. La incertidumbre despertó muchas heridas y miedos. La pobreza que dejó la pandemia hizo cuestionar muchos planes.
No podemos juzgar superficialmente el dolor de alguien, cuando escuchamos de influencers o celebridades opiniones fuertes, son también oportunidad para preguntarnos: ¿Qué tiene que decir el cristianismo hoy?
¿Qué es la maternidad en la actualidad?
Quizá la pregunta no va hacia nosotras mismas, sino hacia fuera: ¿Cómo trata la sociedad a las mujeres, específicamente, a las madres?
Ahora es más común hablar entre mujeres y preguntarnos «¿Tú quieres ser mamá?», pues quizá fue una pregunta que generaciones anteriores no se pudieron plantear. Y aunque se siente bien tener esa libertad, no solemos ir a lo más profundo: «¿Qué siento al pensarme como mamá?», «¿Qué prejuicios contra la maternidad tengo?», «¿Me siento vulnerable siendo mujer y madre en esta sociedad?».
Decidí tener la mirada de otra mujer y madre: mi mamá. Ella tiene 8 hijos y admiro mucho que hace ver la maternidad como algo tan sencillo. Incluso me hace dudar si tendré yo ese don que ella tiene.
«La palabra «maternar» -me dijo -me parece un sustituto frío para decirme «soy madre». Desde esa distancia con el hijo, resultan respuestas frías. Creo que todo empieza por tu compañero de vida: si estoy en sintonía, cuerpo y alma con mi pareja (don de Dios para mí), se concreta el amor mutuo, en el catolicismo sería una comunidad formada por Dios en el matrimonio. Es decir, si se ama profundamente a la pareja, se amará profundamente al ser que es llamado a la vida a través de ese amor por Dios, dador de vida. ¡Ese bebé se parece a nosotros! De modo que podamos cuidar de él. Así inicia este proyecto: la familia, proyecto que el hijo enriquece, alegra y potencializa. Y muchas veces la sensación de no poder a amar a un hijo viene de no sentirnos amados primero por nuestros padres».
Mirar los desafíos de hoy con esperanza
Es verdad que vivimos en un mundo donde ya no nos sentimos confiados de vincularnos con otros. Vivimos con miedo a no ser suficientes para nuestros padres, luego para nuestras parejas y finalmente para nuestros hijos. Entonces es mejor no meternos en relaciones, pero entonces tampoco las entendemos… finalmente a amar se aprende amando.
La maternidad, quizá, nos da miedo porque vivimos en un mundo donde la cultura del cuidado y la fragilidad no tiene lugar. Es más fácil que gane el más fuerte, que quien ama es débil.
Quizá podemos preguntar a la Familia de Nazaret cómo lo vivió. Su historia no fue más fácil que la nuestra: el sistema político y religioso tuvieron mucho que ver en su desarrollo. Eran igual de humanos que nosotros, pero – en eso está la clave – humanizaron nuestra realidad, porque el hombre entre más divino es más humano. Es el misterio de Jesucristo.
Pero también estamos viendo como tendencia «la maternidad»: Rihanna presentando en el Super Bowl su embarazo, Jessie J en la alfombra roja, influencers mostrando su alegría de ser madres.
Este es un tema que nos interpela, cuestiona e incluso puede llegar a doler, como mujeres.
Escrito por: Sandra Estrada, comunicóloga con Esp. en Divulgación de la ciencia, vía Catholic-Link.
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