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En 15 horas, más de 150 mil personas estaban orando y compartiendo la situación con el mundo.

 

A las 39 semanas de gestación, comenzaron las contracciones. Lo que parecía ser el inicio de un parto normal se transformó en un caso de vida o muerte.

Cuando Melanie y Doug Pritchard se preparaban para tener a su primer hijo, buscaron a un médico que fuera provida, para tener la certeza de que él lucharía por la vida de su bebé y de ella si fuera necesario. Esa decisión marcó toda la diferencia. Su primer hijo Brady nació de parto natural y todo fue bien.

A las 39 semanas de embarazo de su segunda hija, la profesora universitaria comenzó a sentir contracciones. Era el año 2010. Su marido Doug la acompañó hasta el hospital local en la ciudad de Phoenix, en Arizona, Estados Unidos, para lo que parecía ser el inicio de otro parto natural.

Ya en el hospital, tras verificar que el bebé estaba en la posición para nacer, el obstetra esperó hasta que las contracciones aumentaran y finalmente rompió la bolsa.

Fue entonces que algo terrible sucedió: incluso con los signos vitales que parecían normales, Melanie comentó a marearse, a tener nauseas y se desmayó.

Mientras la enfermera verificaba la situación, los latidos cardiacos y la presión arterial de Melanie llegaron a cero, y se quedó completamente azul.

Los latidos cardiacos y la presión del bebé, que aún no había nacido, también comenzaron a caer rápidamente.

El hospital entonces emitió un diagnóstico conocido en el medio estadounidense como “código azul”, declarando a Melanie clínicamente muerta con el bebé aún dentro de su cuerpo.

Entonces comenzó la carrera para salvar al bebé, y se inició una cesárea de emergencia.

Doug, en ese instante, comenzó a orar para que su esposa e hija se salvaran de alguna forma. Se dio cuenta de que nunca se había sentido tan desesperado y con más miedo en toda su vida.

Él oró a Dios diciendo algo como: “Señor, yo sé que esto es más de lo que puedo soportar, lo que significa que Tú tienes un plan y un propósito con todo esto, y yo en ti confío; pero, por favor, si es tu voluntad, permíteme abrazar a mi esposa nuevamente”.

Enseguida, comenzó a contactar con la familia y amigos implorando para que oraran por su esposa e hija. Familia y amigos compartieron los pedidos de oración en los medios sociales.

Mientras las peticiones de oración crecían viralmente y una pequeña multitud se aglomeraba en el hospital –la situación de Melanie y su bebé estuvieron entre los 100 asuntos más comentados en Google y Twitter ese día 28 de julio de 2010–, en 15 horas, más de 150 mil personas estaban orando y compartiendo la situación con el mundo.

Afortunadamente el equipo médico fue capaz de salvar al bebé mientras otro equipo intentaba resucitar a Melanie usando un desfribilador 4 veces y el masaje cardíaco ininterrumpidamente.

Sin éxito, ella fue considerada muerta durante 10 minutos hasta que un médico sintió un latido cardiaco débil, aún sin pulso.

Ellos recomenzaron inmediatamente el procedimiento que duró más de 90 minutos, hasta que la presión volvió a subir lentamente.

Aunque los médicos la hubieran estabilizado, ella aún presentaba un estado muy grave, y eran necesarias otras cirugías, en un intento por salvar su vida.

El equipo médico entonces anunció a los familiares reunidos en la sala de espera que Melanie había sufrido una embolia del líquido amniótico y un consecuente paro cardíaco, y aconsejó que se preparasen para decir adiós.

Mientras tanto, Doug fue a visitar a su hija al nido, sin saber si su esposa estaba viva o muerta. Las enfermeras entraban y le preguntaban por el nombre de la bebé. Él respondió, “Gabriela”, la heroína de Dios”.

Los médicos explicaron a Doug que su esposa había tenido una embolia del líquido amniótico que se había escapado del útero durante la ruptura de la bolsa y había entrado en su corriente sanguínea llegando a su corazón, lo que le causó un paro cardiaco. También presentaba hemorragia interna derivada de la cesárea.

La previsión era que tendría secuelas neurológicas para el resto de su vida a causa de haberle faltado oxígeno durante más de 10 minutos.

Doug fue hasta la cama donde Melanie estaba siendo mantenida con vida a través de aparatos, tomó su mano y le dijo:

“Te amo. Y siempre te amaré. Nuestros hijos Brady y Gabriela son maravillosos y te aman. Si tienes cualquier chispa en ti para luchar, lucha. Independientemente de mis esperanzas, prométeme que seguirás a tu ángel de la guarda donde quiere que te guíe. Donde quiera que te lleve, será donde Dios necesita de ti”.

En seguida, la cosas empeoraron. Ella necesitó dos transfusiones de sangre y fue transferida de hospital.

Durante la cesárea de emergencia, una arteria se había roto, y había venas obstruidas debido a la sangre coagulada, necesitando de otra cirugía delicada.

El corazón solamente funcionaba a un 5% de su capacidad, cuando el mínimo es del 55% al 65% para sobrevivir. Debido al paro cardiaco, los pulmones fallaron y ella tuvo que ser conectada a un ventilador que suplía al 100% su respiración.

Preocupados de que ella no sobreviviera a esa cirugía, los médicos le mostraron una foto de Gabriela, a lo que ella reaccionó y comenzó a moverse y a llorar desesperadamente.

Entonces la sedaron y la enviaron a la sala de operaciones. En ese momento, la familia renovó sus esperanzas con más oraciones.

 

El milagro

La cirugía fue un éxito y Melanie, milagrosamente, sobrevivió. El sacerdote que los casó años antes visitó el hospital y le recordó a Doug: “Eso es a lo que tú dices “sí” en el matrimonio: en la alegría y en la tristeza, en la salud y en la enfermedad”.

Las 24 horas siguientes a la cirugía, ella comenzó a respirar mejor y le retiraron el ventilador artificial. Totalmente consciente, ella abrió los ojos y pidió ver a su marido y a su hija.

Las enfermeras le trajeron a Gabriela y fue capaz de cargar a su hija por primera vez, tras más de 48 horas desde su cesárea.

Después de ese momento, la recuperación de Melanie llegó a sorprender a todo el equipo médico del hospital.

Ella dejó el hospital 6 días después de esa emergencia, su recuperación fue total durante las semanas siguientes, sin ninguna secuela.

Algún tiempo después, Melanie escribió un libro contando su historia.

Ella dijo:

“Aunque no me acuerde de este increíble evento en mi vida, estoy agradecida por estar viva y abrazar a mi marido y a mis hijos cada día. Estoy agradecida por cada post en Facebook, Twitter, artículos que fueron escritos y posteados en páginas de todo el mundo, y principalmente a todos los que oraron y compartieron con otros para que oraran por mí, una extraña. Palabras que no pueden expresar mi gratitud por la multitud de oraciones que me cubrieron en este evento traumático. Soy feliz por decir que las oraciones funcionaron.

Gracias a las manos de los médicos, enfermeras, donantes de sangre, y a un Dios misericordioso, Gabriela y yo estamos vivas y bien, y yo me he recuperado completamente”.

En 2014 escribió un artículo compartiendo este testimonio:

No hay día en que no agradezca a Dios por permitirme sobrevivir e inspirarme a escoger un hospital a favor de la vida. Agradezco a Dios por permitir que Doug, Brady, Gabriela y yo fuéramos una familia nuevamente y por darme la oportunidad de dar testimonio de su infinita gracia, misericordia y amor por cada uno de nosotros. Dios tiene el poder de sacarnos de la oscuridad, incluso de la muerte, y volvernos a traer a la luz, y por eso, yo le agradezco”.

 

Vía: Catholicus

 

 

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