El trabajo de los padres en la formación de sus hijos no es nada sencillo, pero no estamos solos, podemos acudir a cómplices en esta tarea.
En una cultura en donde la comunidad no es automática y existen limitados modelos a seguir, los padres deberían ser intencionales en buscar y encontrar líderes espirituales y mentores para sus hijos.
Cada hija y cada hijo necesita adultos en su vida que le digan las cosas que un padre diría, y por eso una de las decisiones más inteligentes que los padres y madres pueden tomar es la de participar en una iglesia en la que puedan encontrar el tipo correcto de influencias adultas para sus hijos.
Algunas investigaciones recientes destacan que los adolescentes que cuentan con al menos un adulto de la iglesia que haga una inversión significativa de tiempo en sus vidas… ¡son más propensos a seguir asistiendo a la iglesia!
En estas investigaciones, la mayoría de los adolescentes que permanecieron en la iglesia (por un margen de 46% contra 28%) dijeron que cinco o más adultos de la iglesia habían invertido tiempo en ellos personalmente y espiritualmente.
Por nuestras tareas ministeriales, los dos autores de este libro hemos observado a muchos más adolescentes de lo que es usual, y hemos visto con tristeza a demasiados de ellos que, desde el momento en que llegan a la escuela secundaria, comienzan a alejarse de su hogar.
Los cómplices
A medida que nuestros hijos van creciendo, se vuelve más importante para ellos contar con otras voces que les digan las mismas cosas, pero de forma diferente. Los hijos e hijas adolescentes necesitan tener otras voces que hablen a su mundo, y los padres que no comprenden este principio, han olvidado lo que es ser un adolescente.
Yo puedo confirmar que esto me ha pasado de un lado y del otro de la escena (habla Lucas). No podría contar las veces que, siendo pastor de jóvenes, alguna mamá me dijo que sus hijos escuchaban de mí los mismos consejos que ella y su esposo les daban, como si fueran una novedad. Y, a la vez, hoy puedo relacionarme con esta verdad desde el otro lado, porque muchas veces mis hijos mencionan algo que les dijo un maestro, un líder de adolescentes, o un entrenador, ¡y reaccionan como si fuera la primera vez que lo oyen, aunque yo ya se los hubiera dicho 100 veces!
La tentación que surge inmediatamente es la de decirles: “¡Te he estado diciendo lo mismo durante dieciséis años!”. Pero destacar de dónde lo sacaron no es lo importante. Ahora lo escucharon de manera diferente, porque estaban atravesando una etapa diferente, y simplemente necesitaban una voz diferente para entenderlo. ¡No les reproches nada, y concéntrate en darle gracias a Dios porque lo entendieron!
Ampliar el círculo le ayuda a tu hijo a transicionar de un enfoque personal (yo) a un enfoque colectivo (nosotros). Cuando amplías el círculo, no solo reconoces la necesidad de que otras personas influencien a tu hijo, sino también de que tu hijo se vuelva parte de algo mucho más grande que solo tu familia.
La comunidad correcta
No te pierdas este punto. La comunidad correcta no solo es importante por lo que les ofrece a tus hijos, sino también por lo que requiere de tus hijos. Los hijos necesitan más que una familia que les brinde amor y aceptación incondicional. Necesitan una tribu que les dé un sentido de pertenencia e importancia.
El concepto de iglesia en el Nuevo Testamento nunca significó únicamente un lugar al que tus hijos asistieran. La definición de iglesia debería ser la de una comunidad vibrante que involucre a tus hijos para demostrar el amor de Dios a un mundo quebrantado. Cuando los padres y los líderes están en sincronía en cuanto a este aspecto de ofrecer un círculo más amplio, existe el potencial de movilizar la fe de los niños y adolescentes desde algo estático hacia algo dinámico.
Fuete: Este artículo fue extraído del libro “Los padres que tus hijos necesitan” de Lucas Leys y Reggie Joiner, vía E625.
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