No es cosa de la pandemia que muchas cosas que hacemos y suceden no tengan sentido; tan poco sentido tienen que parecen salidas de cabezas chuecas.
No es cosa de la pandemia que exista tanta cabeza chueca, ya que, muchas cosas y por mucho tiempo (algo así como desde Adán y Eva) no tienen sentido; y, no lo tienen porque solo Dios hace lógicas las cosas, solo en Dios todo tiene sentido.
No tiene lógica que la humanidad esté más preocupada por 246mil fallecidos por el virus que por los más de 10millones que anualmente provoca el aborto. ¿Tiene sentido? Desde luego que no lo tiene.
No tiene lógica que el gobierno de mi país esté más empeñado en construir un tren interurbano que en el canal seco que producirá más de 80mil empleos fijos e ingresos de divisas al mismo o superior nivel de las que recibe Panamá por su canal. No tiene sentido!
Como les digo, muy pocas cosas que hacemos o suceden tienen sentido; las que lo tienen, son cosas de Dios. A esas cosas hemos de asirnos porque son sus huellas.
¿Qué cosas tienen sentido?
Tienen sentido la amistad, la fraternidad, la caridad, la comprensión, la paciencia, la prudencia, la templanza, el entendimiento de las cosas… etc.; allí donde estén, estará Dios y las cosas tendrán sentido.
Y, es cosa curiosa ya que si, por ejemplo, estamos en un lugar donde hay personas que actúan sin lógica, al momento en que decidimos actuar de forma razonable, se hace presente Dios y, aunque a nuestro alrededor todo esté hecho un lío, estaremos seguros y, muy probablemente, dando sentido a las cosas que no lo tienen.
Doy ejemplo de lo anterior: una persona con la que convivimos pierde el control pero, si –con ayuda de la gracia- optamos dar sentido a la situación, reaccionaremos con paciencia, inteligencia, prudencia y caridad. Así es como le pasamos al Señor el control de la situación.
Otro ejemplo es renunciando a la queja
La queja es la expresión de sentimientos heridos que se hace con la expectativa de recibir compensación, reparación y consuelo humanos ante un dolor, molestia o disgusto a los que no se encuentra sentido.
Se les da sentido pasándole el control al Señor ya que es el único que puede remediar sentimientos heridos y, únicamente, en la medida que se lo permitamos.
Y, no, pasar el control a Dios no es para evitar ver los “comerciales”, sino una auténtica entrega al modo de Santa María. “¡Hágase en mi tal como mandas!”.
Pasar el control a Dios (de nuestra cabeza chueca) es la forma más segura de que, pandemia o no, a nuestro alrededor todo empiece a tener sentido.
“Cristo es la Cabeza. Nuestra Cabeza. La buena cabeza bajo la cual deben ser colocadas todas las cosas. La única cabeza en la que, desde la creación del mundo, todo tiene sentido”.
Escrito por: Maricruz Tasies, vía Info Católica.
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