El Banco Mundial: Ecuador es el país que registra mayor crecimiento de NiNis 2% en América Latina, donde 1 de cada 5 jóvenes ni estudian ni trabajan.
Las redes sociales se han agitado nuevamente. ¿El motivo? La propuesta de reforma al Código de la Niñez y la Adolescencia, la cual establecería la posibilidad que los hijos(as) adultos, hasta los 24 años, puedan demandar el pago de pensión alimenticia a sus padres, cuando “demuestren que se encuentran cursando estudios en cualquier nivel educativo que les impida o dificulte dedicarse a una actividad productiva y carezcan de recursos propios y suficientes”.
Más allá de la vaga redacción de esta reforma legislativa o de la opinión jurídica que pueda generarse en torno a ella, es importante reflexionar sobre el trasfondo de esta propuesta: su motivación, pretensión y finalidad. Hay quienes piensan que la ley tiene un sentido pedagógico, y entonces nos preguntamos: ¿Qué aspiran a enseñarnos con que los padres deban ser obligados legalmente a seguir manteniéndonos hasta los 24 años?
La irresponsabilidad… jóvenes
Actualmente la etiqueta de la irresponsabilidad asignada a los jóvenes es casi una máxima. No es mi intención generalizar, pero el incremento de los ninis (personas entre 18 a 29 años de edad que ni estudian ni trabajan), el prematuro e irresponsable inicio de la vida sexual, lo cual, en muchísimos casos conduce a contagios de ETS o embarazos no deseados, el abandono a la pareja cuando conocen que está embarazada, pueden ser varias de las causas por las que nos hayan puesto este rótulo.
Problemáticas
Estas problemáticas sociales, en muchos casos, son consecuencia de una sociedad que nos ha construido a base del mínimo esfuerzo y la nula responsabilidad. Un mundo que considera “más bacán” a quien “se saca la vuelta”, y de “tonto” a quien osaría asumir con valentía y sacrificio las consecuencias de sus actos. La realidad actual nos ha presentado una vida donde la fila es rebosante para los derechos (por ejemplo: exigir que te mantengan hasta los 24 años), pero vacía para los deberes y responsabilidades.
Es por esto que día a día debemos y podemos ser parte de esa juventud que camina contracorriente; aquellos a quienes el pensamiento “del mínimo esfuerzo” y de la “nula responsabilidad”, aún no ha podido adormecer las conciencias; quienes demostremos que luchamos por lo que queremos, y conocemos que, sin sacrificio, no puede haber victoria. Los jóvenes no necesitamos leyes que nos coadyuven a evadir nuestras responsabilidades, si no, que nos lleven a enfrentarlas.
Finalmente, ante reformas legales como ésta, nos cuestionamos, ¿hacia dónde quieren conducirnos? ¿qué quieren de nosotros los jóvenes? ¿acaso consideran que todos los jóvenes queremos que “nos den haciendo” las cosas, y que no podemos encarar los desafíos de la vida? Frente a estas interrogantes solo cabe responder: ¡somos jóvenes, pero responsables!
Escrito por: Ab. Ángel Gaibor.
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