Lograr adaptarse a las nuevas tecnologías es un gran reto para los padres: ¡Saquemos el mejor provecho de estos cambios!
Es un lugar común que las conversaciones actuales sobre la crianza de los hijos en esta época giren en torno a las dificultades que traen los avances tecnológicos, el acceso a la información y la pérdida de las viejas costumbres. Con facilidad caemos en comparaciones con nuestra juventud y la forma que fuimos criados, que nos dejan desesperanzados ante la tarea de instruir jóvenes (niños y adolescentes) hoy en día porque “antes era más fácil” y “las cosas eran distintas”.
Enfrentar los cambios
No todo cambio es negativo, y así como hay reportes de un aumento importante en las tasas de ansiedad y depresión en jóvenes, también hay aumentos en su participación social, en la conciencia ecológica y en el respeto y aceptación de la diversidad como valores humanos generales. También podemos ver muchos cambios en las circunstancias en que se desenvuelven los jóvenes en la actualidad, pero hay cosas que se mantienen y que no debemos perderlas de vista.
La presencia de las redes sociales y el efecto absorbente que estas tienen sobre los adolescentes, es algo con lo que nuestros padres no tuvieron que lidiar; sin embargo, también representan una oportunidad para que los jóvenes expresen sus pensamientos y sentimientos, desde los más superficiales hasta los más íntimos. Lo que antes se hacía en un diario o en una conversación privada con un amigo, hoy se hace en las redes; se mantiene en ellos la necesidad de expresión y conexión con su entorno.
Tal vez necesitamos aprender a conectarnos con ellos en sus lugares. De la misma forma sucede con su tendencia a juntarse para compartir y hablar, solo que ahora no necesitan reunirse en un centro comercial si pueden estar conectados todo el día a través de una red social.
Escuchar a nuestro jóvenes
La globalización y el acceso a la información nos permiten tener al alcance de la mano noticias sobre eventos en cualquier parte del mundo. Hablar sobre ellos y pedirles su opinión es una manera de involucrar a los jóvenes y escucharlos, aprendiendo de ellos y de su ímpetu. No desvalorizar su opinión solo por su edad es un desafío a nuestras maneras antiguas de pensar, solo basta con ver cuánto han podido lograr los jóvenes de Parkland (Florida) al unirse como movimiento en torno a los tiroteos en las escuelas y las regulaciones sobre las armas. Es importante que recordemos que a esas edades nosotros también queríamos ser escuchados, queríamos opinar sobre aquellos temas que eran “cosas de adultos” y con frecuencia nos involucraban.
Ahora nos identificamos con nuestros padres y los comprendemos en su tarea, y a veces olvidamos cómo nos sentíamos nosotros a esas edades. Tal vez el mayor desafío sea equilibrar nuestras nuevas visiones actuales como padres y adultos sin olvidarnos de nuestras vivencias de adolescentes. Así lograremos ajustarnos a los nuevos tiempos, que ameritan nuevas ideas y no solo métodos que funcionaron antes, porque el juego ha cambiado.
Por Psic. Javier Martínez R.
Psicoterapeuta de adolescentes
Centro Klubo