La historia de Octavio y Martha es un testimonio de amor y resiliencia ante la adversidad.
Su viaje comenzó con una amistad sólida que floreció en un amor profundo, cimentado en la comprensión y el apoyo mutuo. Después de enfrentar varias pruebas en su vida, incluyendo pérdidas gestacionales y la difícil búsqueda de la familia que deseaban, lograron construir un hogar con tres hijos, a quienes criaron con valores y fe.
El inicio
Octavio Baena, 54 años es un contador público nacido en Medellín, Colombia conoció a Martha Moreno, 50 años quien es administradora de empresas con una especialidad en mercadeo hace 28 años cuando ambos trabajaban en una entidad financiera de Medellín. Ambos éramos comerciales y pues nos conocimos en la misma compañía, en la misma área, éramos ejecutivos de banca personal, atendíamos a muchos clientes y a veces coincidíamos con algunas empresas que visitábamos. Al principio fue una gran amistad, fuimos muy buenos amigos, nos conocimos como éramos, eso es muy importante porque a veces cuando son enamorados hay cosas que no se conocen del todo, pero nosotros fuimos muy abiertos porque inicialmente éramos muy amigos y yo pues le compartía muchas cosas o travesuras que tenía en mi vida de joven, pasadas, que no fueron muy buenas como hay que contar, pero yo les contaba todo eso como si fuera mi confidente, mi amiga y así nos fuimos poco a poco enamorándonos, cuenta Octavio. Luego de 3 años de enamoramiento decidieron casarse y llevan 25 años de matrimonio. Desde un principio planearon su vida juntos, hicieron un plan de vida en un encuentro de novios y escribieron lo que querían tener, siempre hablaron de tres hijos. Empezamos a buscar bebé muy rápido y nos demoramos cuatro años, a los tres años y medio tuvimos una pérdida en gestación, perdimos el primer bebé. Luego nos fuimos de viaje a México y estando donde la Virgencita de Guadalupe, ella nos dio la noticia de que estábamos esperando a David, A los dos días yo empecé a sentirme mal y yo dije eso está muy raro entonces nos hicimos una prueba de embarazo y dio positivo, relata Martha.
Luego de nacido David la pareja experimenta una segunda pérdida y ante esta realidad tan dura Martha pensaba: Bueno ya tenemos al monito, así le decían a David, entonces Señor que sea lo que tú quieras. Pasan 3 años nace María Susana y luego de 4 Sara María a quienes nombraron así porque Martha le había pedido a la Virgen le regale una niña y ambas fueron consagradas a la Virgen. Después de María Susana yo le decía a Octavio, bueno el tercero y me decía no, porque la situación económica estaba muy difícil, la situación laboral no estaba fácil y él me decía no, no más, no vamos a poder y yo triste porque si quería. Finalmente llegó porque Dios así lo dispuso, llegó y fue una alegría inmensa, finaliza Martha. Octavio interviene y cuenta, llega Martha y me dice: tengo una noticia que no sé cómo pero estoy esperando a Sara María, yo no sabía si reír o llorar, pero todo obedece a un plan perfecto de Dios, agradecemos que esté Sara María, por eso siempre agradezco, un hijo siempre se agradece y así fue que llegaron los tres hijos cumpliendo ese plan que el Señor nos permitió hacer en algún momento y entonces bueno ahí estamos.
Siendo un adolescente, a los 14 años Octavio había perdió a su mamá, eso lo llevó a distanciarse de la Iglesia renegando de porque Dios se llevó a su madre siendo tan joven y llego a tener mucha rabia hacia Dios. Pero Él pone a Martha en su camino para volver ha avivar esa chispa de fe que aún quedaba dentro de Octavio, es en ese momento en que deciden poner a Dios en medio de su relación y caminar juntos en la fe. Llegó el momento de que los hijos empiecen a estudiar y siempre tuvieron claro que sus hijos estudiarian en colegio católico. Martha deseaba dedicarle más tiempo a los hijos y renuncia a su trabajo en el banco y logra una posción en el colegio de su hijo. Esto le permite mantener una cercanía no solo con David, sino conocer también a sus amigos y compañeros. Trabajé por 12 años en el área de admisiones y pues conocí mucho más a fondo los amigos de mis hijos, todos tenían que pasar por mi área para poder entrar al colegio, entonces los conocía a ellos, al papá, a la mamá, pues a toda la familia y era muy bonito porque cuando mis hijos me hablaban de fulano, perano, es que estuve en el recreo con talos, pues yo ya sabía quién era, fue muy especial, cuenta Martha.
El monito
Desde que David ingresó al colegio Cumbres, regentado por la congregación de Regnum Christi, sus padres se involucraron en todas las actividades. La que más les llamo la atención fue las familias misioneras. Ahí el pequeño David empezó a cultivar y vivir la solidaridad hacia el prójimo. Octavio siempre le sacaba el cuerpo a esas cosas, y fueron Mauricio y Luz Amparo unos buenos amigos, quienes le vendieron la idea de las misiones familiares, conociendo que a Octavio le gustaba moverse, ayudar y todas ese tipo de cosas, incluso le dijeron ahí no hay mucho que rezar. Entonces tranquilo y empecé a meterme y ahí fui la primera vez, me acuerdo que la segunda vez le dije a Martha y a mis hijos, no, no, no, yo no voy a ir, estoy cansado, mucho trabajo y David se metió una chichada, bravo, diciendome qué cómo así, eso hay que ir, hay que ayudar, es solamente ayudar, eso se hace así, pa, así, pa, hay que ayudar, hay que ayudar, entonces él nunca me dejó y ahí nos fuimos, solo tenía cinco añitos, cuenta Octavio. La formación que recibian en el colegio era integral, pese a no ser un alumno destacado David era un gran amigo y compañero, le gustaba la música y destacaba en los deportes sobretodo en el baloncesto, virtudes que explotaba para realizar su apostolado. David siempre nos decía, yo no entiendo por qué no todos mis amigos y compañeros aprovechan esto, acota Martha.
El accidente
David termina su colegio, se gradúa y decide, junto a su amigo Juan Diego Salazar, que querían dar un año de sus vidas al servicio de la comunidad. El Regnum Christi tiene un grupo que se denomina colaboradores. Para ser colaboradores, tienen que pasar un proceso de selección, y al terminar, si son seleccionados, les dan un destino. En un principio, a David y a Juan Diego, les dieron el destino de Palermo, Italia. Empezaron a aprender italiano pero les fue negada la visa. Nunca se entendió cual fue la razón pues ambas familias demostraron con creces la capacidad de sostener a sus hijos por un año en Italia. Ante esta situación Juan Diego se queda como colaborador en Colombia y David viajaría a Chihuahua, México. En medio de eso, el padre que los acompañaba nos dijo, nos llamó a pedir que David y Juan Diego vivan con los sacerdotes en la casa de la congregación durante este fin de año, relata Martha quien solo le pidió que lo dejara tener el último paseito en familia, que tenían programado ese fin de semana. Ese fue el último paseo en familia, David fue a vivir con los sacerdotes en comunidad y a los pocos días Octavio y Martha reciben una llamada de los sacerdotes informandoles que llevarían a los chicos al desierto de la Catacoa, un lugar a 9 horas de Medellín, para realizar un retiro para jóvenes profesionales. Al regreso, un domingo 5 de diciembre alrededor de las 12 del día luego de la eucaristía se embarcan en el carro el padre Jorge, Steven, Juan Diego y David. En el trayecto sufren un choque frontal contra un bus donde fallecen casi instantanemente los 4 ocupantes.
¿Cómo recibieron ustedes la noticia en ese momento?
Martha contesta, nosotros estábamos donde mis papás almorzando, todo obedecía a un plan perfecto de Dios, porque yo no me imagino tener que llamar a mis papás a darles esta noticia. Estábamos almorzando y a Octavio le suena el teléfono y yo inmediatamente veo que decía padre Juan Carlos Quintero. Entonces Octavio miró y viró el celular, yo le dije contéstale y me dijo no, yo termino de almorzar y le marco y yo le dije no, contéstale, porque yo sabía que algo había pasado, porque el padre siempre me llamaba a mí primero y ese día no me llamó a mí. Entonces Octavio contestó y no puso el teléfono en altavoz, yo perfectamente podía escuchar todo lo que estaba diciendo, se me agudizó el oído de una manera y pues el padre nos dice Octavio pues le tengo que dar una noticia trágica, yo empecé a gritar como una loca David, David, David, viniendo del desierto tuvieron un accidente y David falleció, o sea es lo peor que uno puede escuchar. Y Juan Diego también murió. El padre también murió, el padre Jorge Herrera era un legionario que llevaba seis meses de ordenado de 31 años, tenía una ascendencia y una relación con los jóvenes impresionante, lo querían muchísimo, los jóvenes, finaliza. Al recibir tan horrible noticia la mamá de Martha se desmayó dos veces, su hija mayor para quien David era su mejor amigo, se tiraba en el piso y se revolcaba diciendo ¿por qué mi hermano? ¿por qué? ¿por qué? Y la más pequeña Sara María corría y gritaba por toda la casa. La ley natural nos ha mostrado que generalmente los hijos despiden a los papás, no los papás a los hijos, además eran unos jóvenes llenos de vida, de ilusión, de sueños, de que se querían comer el mundo con el servicio, con la entrega, con el amor a Dios, fue muy duro, fue muy, muy, muy fuerte. Sin embargo, pues yo creo que por gracia del Señor hemos sido muy bendecidos, y eso suena muy loco lo que voy a decir, pero yo creo que así nos sentimos, sentimos que fuimos elegidos por Dios, acota Martha.
Octavio, tú volviste a recordar lo que pasó con tu mamá, ¿no volviste a tener ese resentimiento hacia Dios?
No, no pienso que Dios nos preparó desde mucho tiempo atrás, nos venía preparando, y el haber yo encontrado a Martha y el haberme acercado a Dios me sirvió muchísimo para recibir este golpe, entonces yo creo que Dios nos preparó, a mí me preparó, pues individualmente me preparó mucho para recibir este golpe y lo que dice Martha, lo tomamos ya como una bendición porque sabemos que Dios nos eligió para algo en esta vida. Realmente, yo puedo decir de parte mía ver a mis tres mujeres, que ya me quedé con tres mujeres mi esposa y mis hijas, ha sido para mí la fortaleza. Verlas a ellas con esa fuerza me ha ayudado muchísimo y pienso que eso me devolvió la energía, toda mi alegría y eso nos ayuda a todos, porque al verlas con esa fortaleza, yo no podía quedarme atrás.
Uno en la vida puede tomar dos caminos.
Dos vías, sí. Nosotros perfectamente nos podríamos haber quedado tirados en una cama, pero hemos tenido la oportunidad de hablar con familias que vivieron la misma situación. Digamos que sin la presencia de Dios en nuestras vidas hubiese imposible sobrellevar la pérdida de mi monito, afirma Martha. Hay que descubrirlo y saber que de la mano de Dios uno sí puede volver a sonreír y uno sí puede volver a encontrar un propósito de vida, es el único que puede restaurar tu corazón que está hecho mil pedazos, el único que te brinda un verdadero consuelo es Él, el único que te da la mano y te saca del hoyo profundo es Él. No entiendo cómo pueden las personas, y lo respeto obviamente, vivir sin Dios, finaliza Octavio