¿Estás haciendo lo necesario para ser feliz? ¿Estás dispuesto a cambiar tu vida para alcanzar esa felicidad?
Todos queremos y buscamos ser felices, es un anhelo que llevamos en lo más profundo del corazón. Pero, ¿realmente lo somos?, ¿somos felices como quisiéramos?, ¿qué podemos hacer para alcanzar esa felicidad? Éstas fueron algunas de las interrogantes que nos compartió Pablo Perazzo, autor del libro “Yo también quiero ser feliz”, presentado en Guayaquil el pasado 23 de noviembre.
Su obra ofrece una sencilla y profunda reflexión sobre el sentido de la vida. La amplia experiencia que posee acompañando a parejas, adolescentes y universitarios de distintos niveles socioeconómicos le ha permitido profundizar más en este tema. Pero fueron sus estudios realizados para sus tesis de grado y de postgrado, los que le han proporcionado argumentos para sustentar sus escritos.
“Hay quienes piensan que ya no tienen salida, que van a tener que sufrir el resto de su vida”, nos cuenta este brasileño, “pero para decir eso primero tengo que entender qué es la felicidad y aquí en el libro lo explico”. Su texto está dirigido al público en general: católico o no creyente, lo único que necesita el lector es tener una actitud de apertura a lo que se cuestiona en esta obra.
Pablo, ¿cómo se construye el camino hacia la felicidad que explicas en tu libro?
Brindándole a tu corazón esa felicidad de la que tiene hambre. Tu corazón muestra que tiene hambre de algo grande, de algo infinito. Si le preguntas a alguien en una escala del 1 al 10 mil cuánto quiere ser feliz, te responde 10 mil y si es posible más. Y ¿quién te puede dar esto? Dios, porque es con quien te puedes relacionar y que te proporciona esa felicidad infinita.
¿De qué depende la felicidad de la persona?
De cuánto dejas que Dios ordene tu vida. Si bien, la familia es esencial para la felicidad y es una de las cosas más importantes para nuestra felicidad, no es suficiente. Ojo, no estoy diciendo que no es importante, es importante tener una buena familia, una buena carrera, poder viajar, tener momentos agradables, incluso poder comprar cosas que te ayuden a tener una vida cómoda, etc., pero debes tener en cuenta lo fundamental.
Si no pones tu seguridad en Dios, terminas poniéndola en otra cosa. Está bien tener bienes, ejercer bien el poder, pero el problema está cuando pones esas cosas en el lugar de Dios. ¡Ese es el problema!, que ellos ordenen tu vida.
¿Cómo se puede alcanzar esa felicidad en la familia?
Teniendo en cuenta cinco puntos: amor a Dios, amor a la pareja, amor a los hijos, trabajo, amigos y todo lo demás. Es importante el orden, porque cuántos, por ejemplo, ponen el trabajo antes que la familia, o el trabajo antes que la esposa(o), o creen –con toda la buena intención y preocupación– que como no pueden pasar tiempo con su hijo hay que darle cosas. Antes de lo material está el amor, la relación personal con tus hijos.
En la medida que ordenes tu vida de esa manera –aunque no lo creas– vas a tener tiempo para todo, porque si tienes en primer lugar a Dios Él va a ordenar tu vida, te va a ayudar a que tú la vayas manejando, aprendiendo a elegir prioridades. Si eso está ordenado todo funciona mucho más fácil.
¿Qué actitudes crees que impiden formar una familia feliz?
El individualismo, el egoísmo, la falta de sacrificio y de entrega. ¿Por qué te digo esto? Porque antes lo común era que el hombre y la mujer se casaran temprano, entonces, los dos construían su vida juntos. Tenían un proyecto común de vida. Eso hacía que el amor entre los dos, que la comunión entre los dos sea muy íntima y mucho más fuerte, entonces era mucho más difícil que se separasen. No digo que no habían divorcios, pero ahora sucede algo muy diferente. El hombre y la mujer se casan cuando cada uno ya tiene su vida hecha, su proyecto de vida, sus sueños, sus anhelos realizados. No digo que está mal que quieras tener eso, pero hoy solo cuando ya tienen eso realizado se casan.
Dada esa realidad es muchísimo más fácil que sucedan casos como: “tenemos muchos problemas, hay demasiadas dificultades, creo que lo mejor es que nos separemos, total ya cada uno tiene como vivir, tiene su vida asegurada para salir adelante”.
¿Cómo saber si estamos en el camino correcto hacia la felicidad?
Lo primero –que parece algo obvio– es que te experimentes feliz, que descubras que tu vida tiene sentido. Si tienes esa sensación de que estás realizándote, estás por buen camino. Hoy, la mayoría no sabe cuál es el sentido de su vida, qué hacer para ser feliz y dónde puede fundamentar su vida.
Segundo, la experiencia de satisfacción que descubres viviendo el amor te trae una realización personal. Si lo aplicas a la pareja, eres más feliz en la medida que te entregas más a tu esposo(a). No estás solamente preocupado por tus cosas, parte de tu preocupación debe ser también él/ella. Si yo estoy ayudando a que mi pareja sea feliz, yo voy a ser feliz. La felicidad es eso: querer que los demás sean felices.
¿Todos podemos ser felices?
Sí es posible ser feliz. ¡Tú también puedes ser feliz! Mucha gente cree que ya no es posible por diversos motivos, pero ¡sí es posible! Cada uno debería hacerse dos preguntas muy importantes: ¿Estoy haciendo lo necesario para alcanzar esa felicidad?, ¿estoy dispuesto a cambiar lo que sea necesario en mi vida para alcanzar esa felicidad?, porque una cosa es saberlo pero otra cosa es quererlo, porque cuando se lleva eso a la acción uno se da cuenta si quiere comprometerse, involucrarse o dejar cosas.
¿Y cómo saber a qué renunciar?
Tienes que saber qué es lo que estás eligiendo de manera consciente, porque cuando optas por algo renuncias a otra cosa. Si tú sabes lo que estás eligiendo en tu vida vas a saber a lo que tienes que renunciar. Por ejemplo: Cuando elegiste a esa esposa, en el caso de los hombres, renunciaste a todas las otras mujeres. Por lo tanto, cuando tú optas por Dios tienes que renunciar a todo aquello que te aleja de Dios para ser feliz.
Por: María José Tinoco
Periodista