Portador de un mensaje de esperanza que busca aliviar las heridas que ha dejado la pobreza, la violencia familiar y el abandono.
Su nombre hindú es Jogendra Kumar Mahish, pero hoy sus amigos lo conocen como padre Simón. Nació en la India, en un pequeño pueblo llamado Cobra, muy cerca de Calcuta. Se bautizó en la religión católica a los 14 años y escogió el nombre de Simón, que significa “el que sabe escuchar”.
Llegó a Ecuador hace 14 años, acompañado de 3 sacerdotes de la orden de los Padres congregación a la que pertenece desde que ingresó al seminario, a los 18 años.
Su misión se inició cuando los superiores de su congregación le propusieron realizar ayuda social en Ecuador. “¡Santa María!, ¿dónde es Ecuador?, ¿acaso queda en África?”, respondió sorprendido. Buscó un mapa y observando este pequeño territorio en América Latina, se preguntó: “¿Y qué idioma hablan ahí?”. Se preocupó un poco por la respuesta, pues entre los 7 idiomas que hablaba hasta ese momento, no estaba el español. Hoy, sin embargo, lo domina casi a la perfección.
“Aquí se necesita un kairós”
El padre Simón promueve su labor a través de sus redes sociales: Instagram: @padresimon, Twitter: @psimonkairos y Facebook: Fundación Kairós.
Su vocación lo trajo a la Isla Trinitaria, un lugar donde pocos se atrevían a entrar. En ese entonces, la mayor parte de las casas eran de caña, las familias del sector no tenían calles ni servicios básicos, el lugar estaba casi cubierto de agua y era conocido como “la isla de los condenados’’, por ser considerado uno de los sectores más peligrosos de Guayaquil.
Al ser testigo de tanta pobreza y sufrimiento, pensó: “Aquí se necesita un kairós”, que en griego significa “tiempo de esperanza”. Años más tarde, creó su propia fundación con este nombre.
Fundación Kairós trabaja con niños que han sido abusados y que tienen graves problemas familiares. Bajo el slogan ‘’Educamos para la vida y capacitamos para el trabajo’’, su labor en la Isla Trinitaria consiste en llevar un mensaje de esperanza y sanar las situaciones que viven las familias de la comunidad. “Yo no vine a juzgar. A veces la gente se descarrila por ciertos problemas, pero los ayudamos a encaminarse nuevamente porque con la ayuda de Dios la vida comienza a fluir otra vez.”
Cuando llegó, comenzó ayudando a una niña que había perdido a sus padres y era portadora del VIH. Su proyección de vida no excedía los seis meses, según los doctores. Pasó el tiempo y la niña seguía viva y sana, e ingresó a estudiar; pero, por su enfermedad, los directivos le negaron el ingreso antes de culminar el año, por quejas de los padres de familia. “Si la cambiaba de escuela iba a pasar lo mismo, entonces lo decidí esa misma tarde: construir una escuela para mi hija”, como él la llama cariñosamente.
Hoy, ante la necesidad de tantos niños que no acceden a la educación, la fundación tiene siete escuelas con 2000 niños. Además, dos casas que funcionan como centro de protección a menores que atienden a 44 niños con problemas familiares. Este programa, conocido como Casa Familia, trabaja también con los padres de los niños, pues el objetivo es reinsertarlos en sus familias.
La ayuda no solo se centra en los niños. El padre Simón explica que muchas madres sufren el maltrato de sus parejas y la marginación social; y para convencerlas de que su vida es valiosa, creó talleres de computación, costura, belleza, electricidad y electromecánica para despertar en ellas sus capacidades y ampliar sus posibilidades de trabajo. “Esto no es por el esfuerzo de una persona, Dios es el dueño y yo soy solo un administrador”, asegura, pues pese a los grandes gastos que tiene mensualmente, la fundación nunca han pasado necesidades. Está convencido de que este proyecto continuará mientras sea obra de Dios.
Una alegría que va más allá
Cuando aún vivía en India pudo conocer a la Madre Teresa de Calcuta, y un mensaje especialmente le tocó su corazón: el fruto del servicio es la paz. “Llegué aquí para esa misión de servir y no recuerdo ningún día que haya pasado triste, aburrido o mal. El servicio siempre te llena de alegría y paz, te da una alegría que no tiene comparación”, asegura el padre.
Este sacerdote indio cree que hoy sigue en Ecuador como fruto de esa escucha que hace referencia a su nombre. “Dios me dio la posibilidad de desarrollar esa capacidad y por eso puedo escuchar a la gente, su situación y esos gritos silenciosos que te dicen ‘’haga algo’’ y que hoy nadie los escucha”.
Proyecto Monte Sinaí La fundación está desarrollando “Ciudad de niños”, un plan piloto en Monte Sinaí. Es un proyecto que prevé atender 5 mil niños con diferentes necesidades, desde el momento de su concepción hasta que esta persona se llegue a encontrar a sí mismo profesionalmente. Tendrá una casa de niños, escuela, colegio, centro de capacitaciones, cancha deportiva, espacio para cultivos y animales. La inauguración del proyecto se llevará a cabo el lunes 25 de agosto, con un concierto por la vida, que tendrá lugar en el Centro de Convenciones de Guayaquil.
Por Ma. José Tinoco
Estudiante de Periodismo