La llegada de un nuevo miembro de la familia trae varios desafíos para la pareja.
Por lo general, cuando nace un bebé, la madre es la que lleva gran parte de la carga o así piensan muchos. Es ella la que da de lactar, la que se levanta atender al bebé en la madrugada, la que tiene mayor número de días con permiso de maternidad, la que se queda en casa, subestimando por esta razón, el papel del padre durante este periodo.
Hay momentos en los que el éxito lo atribuyen solo a la mamá, ocasionando que el padre sienta que no puede hacer mucho y quiere que su hijo/a crezca rápido para poder realizar actividades juntos. Pero esta visión deja de lado el hecho de que el papel del padre, es fundamental; ya que es el apoyo para la madre y protector del vínculo madre-hijo.
El vínculo paterno
Para el papá existen muchas maneras de ayudar a su pareja. Ya sea desde su cuidado, estando pendiente de ella, preparando o pidiendo comida, encargándose de los otros hijos (si los hay), ayudando con los quehaceres domésticos o hasta poniendo límites a las visitas.
A pesar de que pareciera difícil que el padre al principio se vincule con el bebé tanto como la madre, puede lograrlo varias maneras. Si bien es la madre la encargada de alimentarlo a través de la lactancia materna; el padre puede también ayudar de otras formas como: sacándole los gases, haciéndolo dormir, cargándolo en sus brazos, bañándolo, cambiando pañales, cantándole, etc. Afortunadamente, en la actualidad se observa que, en comparación hace algunos años, cada vez es mayor el número de padres involucrados y partícipes en el cuidado de sus hijos.
Una nueva ayuda
El nacimiento de un niño es algo maravilloso y lleno de felicidad, pero también trae cambios, algo de estrés, nerviosismo y desilusión, afectando la relación de la pareja. Por eso, es bueno prepararse. A continuación les detallo algunos de los cambios más comunes que pueden ocurrir y que debemos tener en cuenta para evitar conflictos:
- El bebé pasa a ser el centro de atención, ocasionando en algún miembro de la pareja el sentimiento de ser desplazado.
- La dinámica de la pareja cambia. Las actividades que antes realizaban muchas veces se ven limitadas a las necesidades del bebé.
- Aparecen problemas económicos imprevistos por los gastos que genera el nuevo miembro, si no se tiene en cuenta cuánto implica su manutención.
- El cansancio propio de cuidar a un bebé, hace que en ocasiones uno se altere y haya más discusiones. Por lo que es fundamental una buena comunicación respecto al reparto de tareas, así se evita la sobrecarga en alguno.
- Cuando tenemos un bebé, disponemos de menos tiempo así que toca priorizar. A veces será más importante dialogar con nuestra pareja o compartir juntos, a lavar los platos. Hay ciertas cosas que pueden esperar.
Para afrontar mejor todos estos cambios debemos tener claro que los primeros meses con un bebé, son una etapa demandante, pero pasajera. Nuestros hijo/as no serán eternamente bebés, así que tratemos de disfrutarlos en este periodo. De igual manera, no descuidemos nuestra relación de pareja, ya que un matrimonio sólido es un gran regalo y ejemplo para nuestros hijos.
Por: Psic. Daniela Nugué
Máster en Asesoramiento Educativo y Familiar
Asesora en lactancia materna