Compartir:

No somos lo que nos pasa, somos lo que decidimos hacer con lo que nos pasa. Es por esto que es importante hablar de las heridas emocionales y su manifestación en “quién soy hoy”.

Héctor (nombre anónimo), un paciente de 38 años, visita a un especialista, con un problema de autoestima. Siente desconfianza hacia sí mismo y por ende hacia el otro, dependencia emocional, apatía y desinterés por casi todo en la vida.

Ha intentado controlar o modificar su conducta pero siempre termina externalizando su desconfiada y su poca valorización hacia sí mismo, lo que le provoca un desgaste físico y emocional. Esto ha ocasionado en él problemas para relacionarse con los demas, terminando en relaciones toxicas codependientes o de muy poca duración.

Luego de algunas terapias, Héctor es consciente de que su baja autoestima está ligada al lenguaje nocivo que tiene de sí mismo y la constante desaprobación de sus padres (no es una generalidad, puesto que cada sujeto desarrolla conflictos emocionales según su historia personal).

Al termino de la terapia, y de su compromiso por mejorar, toma en cuenta que logra una mayor confianza en sus decisiones, su postura corporal denota seguridad y su autoconcepto se escucha y se siente diferente. Por ello su vida ha tomado otro rumbo, ahora construye relaciones emocionales más sanas consigo mismo para luego transcender ese conocimiento hacia otras personas y lograr edificar relaciones amorosas saludables.

Autoevaluación

Algunas personas, como Héctor, llevan consigo sus heridas emocionales hasta que se hacen responsable de su conducta y le encuentran el sentido a su dificultad. Sin embargo, no siempre somos conscientes de la influencia de ese dolor emocional en los diferentes contextos de nuestra vida (personal, familiar y laboral).

Debido a esto, pocas veces detectamos que hay algo dentro de nosotros que aliviar o superar. Usualmente, despertamos cuando llega una persona cercana que “nos abre los ojos” hacia las conductas que tenemos, o al vivir una experiencia fuerte que requiere de una autoevaluación y reflexión de vida.

 Lo que niegas te somete. Lo que aceptas te transforma

Carl Gustav Jung. 

La pared o el impulso de tu vida

Las heridas emocionales pueden ser sentidas como una pared que obstaculiza nuestro crecimiento personal. Al colocar ese momento de dolor siempre delante de nosotros lo único que provocará es paralizarnos y estancarnos, pero si se coloca el dolor emocional en un papel secundario será nuestro impulso que nos permita recordar hacia dónde no quisiéramos volver.

La mejor forma de superar estas situaciones, que en su momento causaron dolor en nuestro pasado, es aceptar las situaciones como una experiencia de crecimiento. A medida que se avance en el proceso de autoaceptación, se entenderá la razón por la cual esta situación se presentó en tu vida. y por ende se logrará un nuevo de nivel de crecimiento personal. Todo esto es una oportunidad para ser una persona mas resiliente, más consciente, más humana por decisión propia y no por imposición de tu pasado.

Por: Andres Borbor C.
Psicólogo General
Más vidas positivas

Compartir: