En un mundo que clama la libertad de expresión, dónde está el respeto a los padres por escoger la educación de sus hijos.
Las palabras de Jesús dicen: “Sed mansos como las palomas, pero astutos como las serpientes” (Mt 16, 10). Esta cita es muy conveniente si queremos acercarnos con una actitud evangélica y de caridad a la “ideología de género”. Si bien en varios países de América Latina hemos sido testigos, de muchos “acalorados diálogos”, en los últimos años, es evidente, que peleándonos no vamos a llegar a ninguna parte.
Por ello, es fundamental que conozcamos realmente qué propugna la llamada ideología. Así podremos conversar sin la oposición que se vive hoy entre Iglesia y sociedad seglar, entre fe y razón, entre ideología e Iglesia.
Una situación mundial
Llama la atención, que mientras en varios países latinoamericanos el Gobierno esté implementando estos contenidos, países del primer mundo como Nueva Zelanda, Noruega, Suecia, Finlandia, Dinamarca e Islandia –por decir algunos– se han dado cuenta de lo permisivo que son los postulados de dicha ideología.
Ocurre que escuchamos tantas veces algo, que asumimos entenderlo, pero no nos detenemos a hacernos preguntas sobre esto. ¿Qué es una ideología? ¿Por qué utilizan la palabra “género” y no “sexo”? En vistas a la libertad, ¿está bien confundir a nuestros chicos y chicas acerca del sexo con el que nacieron? Como padres, estas son algunas de las interrogantes que hacerse, pues de eso se trata lo que está en “tela de juicio”.
Tomar una postura
Les recomiendo a los padres de familia que lean las cosas que quieren enseñarles a sus hijos e hijas en los colegios. Definitivamente no queremos que ellos aprendan algo que vaya en contra de nuestros principios.
Esto implica un esfuerzo, dedicarse a la lectura y a informarse acerca de las proposiciones de esta ideología. Lo esencial sigue siendo lo de siempre: la formación al interior de la familia. Solo desde aquí podemos desterrar esta ideología, con el amor y dedicación que les damos a nuestros hijos.
Ante un problema tan discutido como este no podemos permanecer indiferentes, sobre todo cuando se trata de algo tan fundamental, que se quiere enseñar a toda costa a nuestros hijos. No se trata de confrontar, pelear, pero una actitud beligerante y cerrada al diálogo, solo genera una más aguda polarización.
Hagámonos escuchar
Las manifestaciones multitudinarias son fundamentales para que el Gobierno escuche la voz de los padres y tome conciencia del reclamo popular. La formación de los niños es responsabilidad prioritaria de sus padres, quienes tienen todo el derecho a escoger el tipo de educación que quieren para sus hijos.
Si hay personas que quieren adoptar la “ideología de género” como una forma de vida, adelante ellos. Al final, todos somos libres. Pero, imponer una “educación de género”, de modo totalmente deliberado, contra la voluntad de los padres en una materia tan sensible como la sexualidad, es algo muy diferente.
Es paradójica, la libertad que reclaman estos ideólogos, cuando ellos buscan implantar una comprensión totalmente tergiversada de la identidad personal. ¿Es real esa libertad que tanto reclaman? Para esto, ¿tenemos que aceptar que nuestros hijos asuman como única esta propuesta de género? ¿No nos recuerda esto actitudes al estilo nazi o comunista, que pretendían controlar la manera de pensar? Si bien cada uno es libre de escoger no debemos rendirnos ante imposiciones que vayan en contra de nuestros principios.
Por: Pablo Augusto Perazzo
Máster en Educación