En esta oportunidad compartimos con ustedes un interesante análisis sobre una destacada película: Días perfectos, vida estructurada.
Días perfectos, vida estructurada…
Cada mañana Hirayama (interpretado por Koji Yakusho) sale de su casa y mira al cielo con una sonrisa. Toma fotos a los árboles del parque los fines de semana con su cámara analógica mientras suena la canción ‘Sunny Afertnoon’ de la banda The Kinks. ¿Su trabajo? limpia los baños públicos en Tokio, Japón. Con está premisa se muestra está sencilla pero fascinante historia sobre la soledad y la gratitud.
El reconocido director alemán Wim Wenders está de regreso luego de un período de seis años de ausencia, su ultima película de ficción fue Submergence (2017), la cual no obtuvo buena aceptación por la critica.
En está ocasión vuelve al explorar el existencialismo de cada personaje principal completo de matices, como se muestra en su aclamada película de culto Paris, Texas de 1984. El cineasta es uno de los autores del Nuevo Cine Alemán más prominente y respetado de la segunda mitad del siglo XX, y capaz de crear escenarios y situaciones complejas en sus historias donde nos expone una mirada critica a la contemplación de personas, lugares y de la cultura en general.
Como documentalista co-dirigió la película La Sal de la Tierra (2014), que sigue de cerca la carrera del fotógrafo brasileño Sebastián Salgado. Su filmografía nos muestra que tiene un ojo vasto y privilegiado para captar miradas, lugares, colores y la luz natural.
Perfect Days (2023) le valió dos reconocimientos en el Festival de Cannes del año pasado, “Premio del Jurado a mejor dirección y el Premio a Mejor interpretación” para el nipón Koji Yakusho, actor de films como Tampopo. También se disputó una nominación a mejor película extranjera en los premios Oscar del presente año.
El film de dos hora de duración expone la introspección de su personaje principal en la cual se basa en un lenguaje poco verbal, donde predomina el silencio y el estar a solas consigo mismo.
Sinopsis de Días perfectos
Un día perfecto como su nombre lo dice, es un drama sencillo sobre lo agradable que puede ser el día a día, el de abrir los ojos y despertar, estar vivo aunque en soledad. Al profundizar en el personaje, se muestra agradecido y aprovecha su tiempo para ayudar a los demás sin pedir nada cambio.
Wenders nos muestra con el ejemplo la imagen y semejanza de un buen hombre, con un pasado complicado pero sin embargo logra tener buena actitud.
En la primera hora de duración del film vemos a Hirayama, un hombre de edad madura en la cual vive solo y habla poco, cumpliendo religiosamente su deber y tomándose el tiempo para si mismo. Su gusto por la música de bandas de rock de los 60 como The Animals, The Kinks, Patti Smith, Van Morrison y Lou Reed la cual escucha cuando conduce su furgoneta de limpieza, colecciona casetes y libros en su humilde hogar.
Si nos hacemos una idea sobre dicha labor de limpiar urinarios públicos, se pensaría que es un trabajo digno pero de infelicidad y de sueldo precario, no obstante Hirayama sabe equilibrar su vida estructurada gracias a sus pasatiempos que lo transforman en un hombre sensible, educado, curioso y con buenos valores.
Es precisamente la virtud de sus emociones que se percibe como calma espiritual, sobre todo cuando en su camino se encuentra con personas que colapsan con la rutina o que simplemente tienen otra forma de ver la vida mostrándonos otra cara de la sociedad, sobre todo en el contexto nipón, donde están tan ensimismados en su práctica de trabajo diario que no tienen tiempo en algunos casos de apreciar los agradables y oportunos momentos.
Cuando la película marca su curso lo primero que se piensa es –una historia sobre un hombre depresivo- que sólo se deja llevar por sus actividades diarias, y puede que en el fondo lo sea, porque la felicidad absoluta no existe y tal vez sea la rutina que lo mantiene concentrado, distraído, sin embargo de eso no habla la película.
Wenders no expone la historia de un hombre de escasos recursos que está al borde del suicido, si no de hacer lo mejor de las cosas con lo poco que tiene, en ser responsable con su trabajo al sentirse útil y de ser posible ayudar a los demás, disfrutar el presente y ser feliz.
La reflexión que nos deja el director es entender que vivir en el presente nos brinda tranquilad, y que la buena actitud está por encima de los problemas y la soledad, que esos trabajos invisibles, de hormiga, y que poco valoran, tienen una gran función.
Por esa razón, Días Perfectos nos conmueve de una linda forma y hace el corazón pequeño porque aparentemente no pasa nada, pero a través de los ojos de Hirayama comprendemos que por más sencilla que sea la vida ó pequeño que sea el trabajo siempre y cuando sea honesto sirve a la sociedad.
La película luego de pasar por cines locales, actualmente se encuentra en plataformas digitales.
Escrito por: Adriana Navas. IG: @cinem.ascope / Tiktok: @cinemascope.cine.ec
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