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Con cada kilo de más, antes de un gran evento, no puedes evitar pensar en hacer dieta. ¿Y si dejamos de torturar a nuestros cuerpos?

Todos los años, la prensa femenina nos machaca para que perdamos peso antes del verano. El endocrinólogo, nutricionista y diácono Jean-Michel Lecerf denuncia un «terrorismo de peso de la delgadez».

¿Son antinaturales las dietas?

Sí, si ya no percibo la sensación de mi ingesta de alimentos en su grado necesario, especialmente la sensación de saciedad. Con demasiada frecuencia, la gente está convencida de que comer alimentos dulces es un grave error. Caen en la restricción cognitiva: se sienten culpables cuando comen, frustrados cuando no comen.

Empecemos por fijar objetivos: ¿tengo realmente un problema de peso? Si es así, ¿afecta a mi salud, es el momento adecuado para perder peso? Hay que tener cuidado de no moralizar ni idealizar el peso. En lugar de calcular, mantengamos una dimensión espontánea de la comida, reconciliémonos con el placer de comer.

 

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¿Por qué las dietas no son eficaces?

La pérdida de peso debe ser la consecuencia de lo que podemos cambiar: a veces una pequeña cosa cada vez. El noventa por ciento de las personas recuperan peso después de hacer dieta. Hay una labor educativa y pedagógica que hacer en el apaciguamiento.

Nuestro comportamiento alimentario dista mucho de ser racional, se basa en parte en las sensaciones: ¿comemos por aburrimiento, por falta de algo? ¿Tengo hambre, necesito rellenar mi plato, terminarlo por completo?

Ayudo a la gente a gestionar, a recuperar, el control de la comida, de la grasa y del dulce, e incluso a evitar comer demasiadas verduras. Prefiero hablar de camino que de alimentos a eliminar. Lo importante es el largo plazo, con un beneficio para la salud a veces significativo para una modesta pérdida de peso. El fin no justifica los medios.

 

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Incluso para abordar el peso, ¿se toma a la persona en todas sus facetas?

Soy sensible a la ecología humana, como diácono. No se puede culpar únicamente a la dieta del aumento de peso. La lactancia materna, por ejemplo, es un pequeño factor de protección y el parto por cesárea sería un factor negativo en la instalación de la flora intestinal, que influye en el peso.

Una gran parte de la consulta consiste en ayudar a las personas a aceptarse a sí mismas sin resignarse. El dictado sobre el adelgazamiento no se adapta a las diferencias de las situaciones. Ya es necesario distinguir entre los que sólo tienen sobrepeso y los que están en el lado de la obesidad, en diversos grados.

¿Es el cuerpo el templo del alma?

Sí, debemos cuidar este cuerpo que nos cuesta amar y dejar de ser su torturador. Primero debe ser habitado por el Espíritu. También es un instrumento precioso que debemos respetar.

 

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Escrito por: Edifa, vía Aleteia.

 

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