Aunque no lo queramos aceptar, nuestras madres siempre nos dicen las cosas para nuestro bien.
¿No les ha pasado que desde pequeños escucharon reiteradas veces las típicas frases de madre? Seguro que sí. Y ahora que he crecido, descubro que todas aquellas, que de niña me resultaban odiosas y hasta incomprensibles, hoy adquieren un nuevo sentido.
En mayo honramos a las madres, las terrenales y la del Cielo. Por ello, en un pequeño homenaje a aquellas madres, y a la mía por supuesto, recojo toda esa sabiduría que había detrás de sus palabras y la analizo desde una perspectiva de mujer adulta.
Van tres décadas de escucharlas y ahora, en muchas ocasiones me encuentro repitiéndolas. No dudo ni un minuto que estas me acompañarán en lo que siga de mi vida. |
La autoridad de los padres: “anda a preguntarle primero a tu papá”
En definitiva, la unión hace la fuerza. Cuando el padre o la madre no quería quedar como “el malo” de la película, le chantaba la pelota al otro, y uno tenía que ingeniárselas para convencer a una de las partes. Pero claro, mamá siempre sabía que papá la iba a apoyar, por lo que no sentía ningún recelo en usar esta frase. Dejando a un lado los desacuerdos típicos de pareja, los padres siempre sabrán qué es lo mejor para sus hijos, y es ese amor desmedido hacia ellos, el que los mantenía en sintonía para dar los permisos.
El discernimiento: “si tus amigos se tiran del puente, entonces ¿tú también?”
A muchos, esta frase nos podía más y capaces éramos hasta de decir “pues sí”. No obstante, creo que ahora he aprendido a preguntarme y a cuestionar mis propios actos y los de las personas que me rodean. Luego entenderemos que no se trata solo de seguir con la corriente, sino más bien nadar contra ella.
La reflexión: “No sé, no es una respuesta”
Seguro cuando eras niño, de verdad no sabías qué decir o, ante los nervios, un “no sé” era lo único que se te ocurría. Pero ahora de adulto es importante responder a esas preguntas que hacen eco en nuestro interior, solo de esa forma podrás encontrar un sentido a lo que haces.
Un padre nunca se cansa: “Te lo he dicho mil y un veces”
A pesar que lo diga una, dos, tres, diez veces, nuestra madre seguirá repitiéndonos las cosas. Hago un mea culpa de todas las veces que, y hasta el día de hoy a veces lo hago, estaba sin zapatos y que no recogía la ropa. No obstante, aún resuena en mi cabeza esa vocecita que hace que, luego de todos esto años, cada vez sean menos las veces en que dejo desordenada las cosas.
A veces la verdad duele: “Te lo digo por tu bien”
Aquellas conversaciones incómodas nunca se olvidarán, pero claro que nuestros padres nos conocen y sabían (saben) qué cosas decirnos para poder mejorar. No en vano “madre hay solo una”, aquella que, aunque nos duela por un ratito que nos diga las cosas, nos ayudará a pasar el bache. Todo con el fin de cuidarnos.
Por Carol Arosemena Abeiga
Máster en comunicación y educación