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Luego de rezar el Adviento dedica una hora al cuento, podrás transmitir a los más pequeños la profundidad de la Navidad e inculcarles valores.

La Navidad es una época del año muy especial. Los niños la esperan con ansias porque son días mágicos y los adultos aprovechan para recordar y recuperar ese espíritu infantil que se queda escondido el resto del año detrás de las preocupaciones del día a día.

Los niños suelen vivir con intensidad el Adviento. Pero, cuatro semanas para prepararnos ante la llegada de Jesús, ¿son suficientes? Entre las múltiples actividades: poner el árbol, el pesebre, cantar villancicos, las novenas… hay una que no supone un extra y seguramente muchos ya la realizan diariamente: la lectura. Si bien los cuentos de Navidad son innumerables, podemos aprovechar esta época para compartir estas historias. Logremos que los más pequeños de la casa entiendan el verdadero significado de esta época y recordemos tanto a mayores como a pequeños valores como la generosidad, lecciones muy importantes para el resto del año.

Luego de rezar el Adviento los domingos, o un día entre semana, dedica unos minutos a leer a tus hijos para preparar su corazón para vivir con profundidad la Navidad. Muchos seguramente tienen Biblias Infantiles, podemos repasar las historias de Jesús o también pueden encontrar cuentos en páginas como www.guiainfantil.com como los que les mostramos a continuación:

El nacimiento del Niño Jesús. Un cuento tradicional sobre el origen de la Navidad, que explica a los niños la historia de Jesús.

El niño que lo quiere todo. Un cuento que habla de un niño que quiere demasiados regalos, en el que se habla de la avaricia de los niños, del egoísmo y de la importancia de compartir con los demás.

La estrella de Belén. Una historia preciosa sobre la estrella de Belén, la misma que anunció el nacimiento del niño Jesús para revivir con tus hijos el verdadero sentido de la Navidad.

La cajita de besos. Nos recuerda la importancia del amor inmaterial sobre la cantidad de regalos materiales que los niños reciben en estos días.

Vía Guía Infantil.
A continuación les dejamos un cuento que pueden compartir con sus hijos…

Mi Angelito Negro

Por: Carlos Eduardo Castro Molestina

 Había una vez una niña de diez años llamada Angelita, de largos cabellos negros y rizados, con una hermosa tez bien morena, y quemada también por el sol intenso de Guayaquil. Desde pequeña fue abandonada a las puertas de un orfanato de monjas, donde creció muy feliz, rodeada del cariño de los niños que compartían este lugar.

Su sueño era tener una familia, una mamá, un papá, unos hermanos, un perrito y llegar a ser de grande una doctora, igual como Sor Juanita, que le daba una pastilla cada vez que le dolía la cabeza.

Los días en el orfanato eran diferentes, a veces eran muy contentos porque les llevaban a regalar juguetes, ropa y dulces; otros, en cambio eran muy tristes porque tenían que compartir entre todos, las pocas cosas que les llevaban a regalar o que podían conseguir.

Cada año, los niños se preparaban arduamente para la Navidad, pues era el acontecimiento más importante, no solamente por el mensaje espiritual que recibían de las monjas y por el nacimiento de Jesús, sino también porque, cada 24 de diciembre un niño o niña era adoptado por una familia y abandonaba el orfanato. La mayor ilusión de Angelita era que, en alguna Navidad alguien la mirara y decida llevársela a su casa pero, siempre se entristecía y pensaba que, nadie quería tener consigo a una niñita negra como hija.

Así, poco a poco, y cada año, veía como sus amigos se iban yendo del orfanato con sus padres adoptivos, su amigo Carlitos ya se había ido y hasta Sandrita, la chinita gordita también.

Al cumplir los diez años, en el mes de septiembre de ese año, el orfanato fue invitado para armar un árbol de navidad con objetos reciclados en un importante centro comercial de la ciudad. Los niños comenzaron a prepararse con la recolección de fundas, vasos, frascos para armar el elemento y la decoración del lugar. Al comenzar el montaje, Angelita asiste con sus amiguitos al lugar, van colocando los objetos, cuando en ese momento, la niña se distrae y sale corriendo hacia una vitrina donde se exhibía un hermoso y grande muñeco de Mickey Mouse.

Al regresar al sitio donde armaban el árbol, regresa corriendo y se tropieza con una señora muy alta, distinguida, rubia y de enormes ojos azules como el cielo, accidentalmente le hace caer las fundas al piso, lo que avergüenza mucho a Angelita. La ayuda a recoger las cosas del piso, lo que conmueve mucho a la señora y le dice: no te preocupes angelito negro, las cosas las recojo yo. Entre tanto, a la dama le llama la atención el uniforme de la niña con el nombre del orfanato y le pregunta qué hace en el lugar.

Pasan los días y los niños continúan armando el árbol, sin darse cuenta de lo ocurrido. La distinguida dama cuyo nombre era Cecilia de la Cuadra, observaba cuidadosamente cada paso que daba Angelita en el proceso. Ninguno de los niños sabía, pero ella era la dueña del centro comercial.

Se acercaba la fecha de la Navidad y los niños estaban por terminar toda la decoración del lugar, incluido el hermoso y frondoso árbol. Luego de haberlo terminado, fueron premiados con ropa y juguetes entregados por el centro comercial a cada uno de ellos.

A los pocos días de haber terminado el árbol, ingresa al hogar una niña llamada Hellen, rubia y de 8 años de edad, con unos hermosos ojos verdes que cautivaban a cualquiera. Los niños la recibieron con mucho cariño pero, Angelita sentía una gran tristeza porque seguro la escogerían a ella para llevársela en adopción el 24 de diciembre.

Pese a todo, su alegría seguía presente y se preparaba con mucho entusiasmo para el chocolate navideño que preparaban las monjas en Navidad. Para su sorpresa, observa un día a lo lejos que la señora Cecilia estaba en la dirección del orfanato conversando con la madre superiora y pensó… seguro viene por Hellen.

Llegó el día 24 de diciembre, tan esperado por los niños. Todos se preparaban para la gran elección y quien sería el afortunado en ser adoptado. Al momento de la visita de los futuros padres, las monjas observan que Angelita no estaba, la niña se había escondido pensando que era inútil que estuviera presente, ya que con seguridad no sería escogida.

Cecilia estaba en la sala con un gran muñeco de Mickey Mouse y dispuesta a llevarse a su angelito negro a la casa, pero la niña nunca apareció, por lo que decidió regresar en otro momento. Las monjas encontraron a la niña muchas horas después, se había quedado dormida en una bodega de viejos trastes que tenían en la parte posterior de la casa y decidieron no hacerle comentarios sobre la decisión de Cecilia en adoptarla.

Al día siguiente, el 25 de diciembre, Cecilia regresa con su gran muñeco y encuentra a la niña sentada en el patio jugando con una vieja muñeca de trapo. Angelita se sorprende al verla con el hermoso muñeco que a ella le había llamado tanto la atención y que quería tener. La dama se lo entrega con un fuerte abrazo y entre lágrimas le dice: este muñeco será tuyo y tú serás mi angelito negro porque desde hoy yo seré tu mamá para toda la vida.

Aquel día, cuando Angelita vio a Cecilia en la oficina, ella estaba iniciando los trámites de adopción, le cautivó su manera sencilla, espontánea de ser y sobre todo la alegría con la que la vio armar, jugar y compartir con sus amigos.

Juntas, entre abrazos, se despidieron de los niños del orfanato y se dirigieron hacia su nuevo hogar, llenas de alegría abandonaron la casa para empezar una nueva vida.

Y con un hermoso final feliz, colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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