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Una buena educación emocional y en valores en la familia y en casa, es vital para combatir este preocupante fenómeno llamado bullying.

El acoso escolar es una de las expresiones de agresividad más común en los niños y adolescentes (Menesini y Salmivalli, 2017). Se trata de un comportamiento agresivo y sistemático que se perpetua de forma intencionada, repetidamente durante un tiempo y en el que se presenta una diferencia de poder. En ese sentido, pues, resulta especialmente difícil para la víctima hacer frente a esta situación y problema, ocasionando graves consecuencias a largo plazo.

Así pues, conocer este fenómeno es clave para diseñar estrategias y recursos para todos los agentes educativos que se encuentran en la importante, pero a la vez, difícil tarea de educar a los niños y adolescentes para prevenir el acoso escolar y sobre todo sembrar los valores necesarios para promover la sana convivencia en todos los contextos.

Está claro que existe una necesidad de guiar la educación hacia valores de tolerancia, solidaridad, paz y libertad, además del pluralismo, la participación y el respeto.

La familia tiene un papel especialmente importante en la prevención del bullying trabajando la resolución pacífica de los conflictos en el ámbito personal, familiar y social y en la transmisión de valores como la tolerancia, aceptación y respeto de los demás porque los alumnos se comportan en el colegio del mimo modo como se comportan en casa como hijos. La educación no puede ser delegada totalmente a los centro educativos, colegios o profesores como si se tratase de un mundo diverso del que se vive en casa con la propia familia.

 

 

¿Cómo prevenir el bullying?

La prevención constituye una de las herramientas más importantes para trabajar contra el acoso escolar.

Pero, cuando hablamos de prevención, no únicamente nos referimos a trabajar el fenómeno del bullying durante las horas de tutoría ni a establecer normas de convivencia escolar, sino a la implementación de programas, recursos y estrategias de educación emocional, de mediación o de educación en valores, entre otros.

 

 

La educación emocional

Quiere dar respuesta, como explica Bisquerra (2016), a diferentes necesidades sociales que no quedan completamente atendidas en la educación formal. Pretende, pues, desarrollar competencias emocionales que trabajen el afrontamiento de los problemas de relación y los conflictos interpersonales que surgen en el aula.

La mediación escolar

No sólo es una estrategia de resolución de conflictos, sino que conlleva una serie de valores que educan en la cultura de la paz y de la tolerancia cero a la agresividad, consolidando formas de actuación participativa y democrática en la resolución de conflictos. En este sentido los valores cristianos son la mejor receta humana y espiritual para este tipo de conflictos.

La educación en valores

Es esencial para entender que el colegio no sólo debe dar respuesta al desarrollo cognitivo e intelectual sino al emocional, así como a las actitudes y valores sociales y morales mediante el respeto, la solidaridad y la cooperación. El principio y mandamiento cristiano más importante nos dice: “No hagas a los demás lo que no quisieras que los demás te hagan a ti”, o dicho en positivo: “Ama a los demás como a ti mismo”. Bastaría aplicar este principio y valor en la vida de los adolescentes para mejorar de manera radical su calidad de vida relacional.

No podemos dejar de lado la necesidad de formación que capacite a la comunidad educativa para gestionar el acoso escolar de manera positiva, sembrando los auténticos valores que son la mejor base para garantizar una sociedad donde el respeto sea el principio básico de la convivencia. Por esto mismo tanto los padres de familia como los educadores deben ser los primeros en dar buen ejemplo a los menores.

 

 

Escrito por: Javier Fiz Pérez, vía Aleteia.

 

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