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Al llegar los hijos  al hogar, ¿qué sucede con la relación de pareja?

Al sentarme a escribir sobre este tema recordé con un poco de nostalgia mis primeros años de matrimonio (cumplo 21 en octubre), realmente contaba las horas para estar con mi esposo, conversar, echarnos a reír, tener intimidad, hacer planes dónde solo estábamos él y yo. Vivimos nuestros primeros años conociéndonos, con lo bonito y lo feo de la cotidianidad. Este fue un regalo, que se vio un poco trastocado a luego de los 2 años de matrimonio, cuando nos convertimos en padres.

Cuando se pasa de ser sólo una pareja a ser padres todo cambia. Ahora somos dos personas embarcadas en un nuevo proyecto: la familia. Aquí la prioridad número uno pasan a ser esos pequeños seres que hemos traído al mundo. Pero por eso es importante revisar cómo afrontamos esto.

Los hijos son de ambos

Sí, la vida de matrimonio cambia, dando un giro de 360 grados, entre la lactancia, las malas noches, vacunas, gastos, los pañales y encima el miedo sobre la responsabilidad que sentíamos por este pequeño ser en nuestras vidas.

Yo que soy un poco temática, pretendía hacer absolutamente todo lo de mi hijo, lavaba su ropa, sus biberones, si mi esposo me ayudaba, sutilmente le decía que no se preocupe, que yo me encargaba. Más adelante, cuando creció y había que llamarle la atención, si mi esposo lo hacía, ya en nuestro dormitorio le podía cuestionar la manera, ya que no podía retar así a “mi” hijo.

Un día mi esposo con todo el cariño y tacto me dijo: “tengo la certeza de que naciste para ser mamá y eres estupenda, pero yo también quiero ser un papá”. Fue entonces cuando me di cuenta que estaba volviéndome una maniática con el asunto de la maternidad y que este niño era también “miti” de él.

Así fue como asumimos que los hijos no son del uno ni del otro, son “nuestros”, son de papá y mamá. También admitimos, como decía mi abuelita, que “son prestados”, ellos algún día volarán del nido y volveremos a ser dos.

Establezcamos prioridades

Valorar a nuestra pareja, querer a nuestros hijos y encontrar tiempo para nosotros es parte de un matrimonio saludable y de una familia feliz. Si queremos construir algo necesitamos cimientos fuertes y en nuestro caso particular mucha oración.

No se puede realizar una aseveración categórica sobre quién debe ser nuestra prioridad. Existen momentos en que los hijos nos van a necesitar más que a nadie, mientras que en otros debemos poner atención a nuestra pareja. Incluso habrá situaciones en las que nosotros debemos estar en primer lugar.

Cada amor y cada relación con los miembros de nuestra familia es diferente, no los comparemos porque son cariños distintos. Es por esto que desde mi punto de vista, la prioridad debe de ser el equilibrio. Dar nuestro tiempo, ayuda y atención a los demás, e incluso a nosotros mismos, nos ayudará a sentirnos satisfechos con las relaciones en nuestra vida.

Cómo madre mi objetivo es que mis hijos sean felices, independientes y personas de bien; como esposa espero lograr que sigan las risas, las largas tertulias, esos abrazos donde los dos nos sentimos protegidos y que nuestras miradas sigan siendo como las de hace 21 años.

Por: Ingrid Abad de Pedrazzoli
Magíster en Desarrollo de la
Inteligencia y Educación

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