“Existen cosas de ti que solo te pueden decir los demás”. Sheila Heen, profesora de Negociación en Harvard exponía esta idea atada a la afirmación de que la predisposición a aceptar las críticas de los demás es un factor de enriquecimiento y un predictor de éxito, más aún si viene de quienes te aman.
Los padres creemos tener una inmunidad que nos coloca por encima de los hijos, y que no nos deja entender lo que en ocasiones nos dicen.
Es un idea bastante arraigada, fundamentada en el amor y en la rectitud de intención al educar a los hijos, que los padres tenemos una especie de patente de corzo, en temas de formación; una especie de inmunidad que nos coloca un par de escalones por encima de ellos, que no nos deja entender lo que en ocasiones nos dicen, más aún si el timbre es destemplado, acompañado de algún gimoteo o actitud corporal salida de tono.
¿Pueden nuestros hijos criticarnos?
Es una pregunta que en estos tiempos se vuelve muy frecuente, pues es real el cambio en el estilo comunicativo de las familias de nuestros tiempos. Es claro que en la sociedad contemporánea enfocada principalmente al éxito, y no tanto a la felicidad, se fomenta el orgullo, lo que dificulta el admitir errores.
Se requiere de valor, apertura y buena disposición para poder escuchar los comentarios y las recomendaciones que otras personas nos hacen, más aún si son nuestros hijos. Ubicarnos en la realidad, ser humildes y poder aceptar la crítica como un instrumento de crecimiento es sin duda un buen camino para mejorar.
A veces, cuando los hijos crecen y toman conciencia de sí mismos y las metas que quieren alcanzar, se encuentran con la oposición, a veces razonable, a veces inentendible, de los padres, y se frustran. En otras ocasiones, intentan “complacerlos”, pero al negarse a sí mismos, se reprimen y los convierten en personas con sentimientos de amargura, depresión e inclusive, odio. Dejan de ser felices.
Ventajas de permitirles criticar
Son muchas las ventajas de permitirles “criticar”. Cuando nuestros hijos se animan a hablar de nuestras acciones o decisiones como padres en las que ellos creen que no estamos acertando, nos permite vernos como somos, seres humanos imperfectos y perfectibles. Si están en la razón, y aceptamos la crítica con la actitud correcta, damos ejemplo de humildad y aceptación, virtudes importantes en la formación de niños y adolescentes, y condición sine qua non para una saludable inteligencia emocional. Así mismo, la posibilidad de enmienda, desarrolla en ellos la capacidad de reinventarse y de perfeccionarse permanentemente.
En situaciones en las que no aceptan una decisión, conviene escucharlos y pensar si en realidad lo que queremos responde a las necesidades de ese hijo en especial, y si realmente lo llevará a ser mejor persona. Los padres amamos tanto a nuestros hijos, que nuestra idea de “lo mejor” puede girar en torno a las demandas del mundo, y no necesariamente, se aplica a él o ella. Sus críticas nos permitirán, entonces, replantear la situación y llegar a lo óptimo, no como una imposición, o una lucha de poderes, sino más bien como un acto de voluntades.
Cuando escuchamos con la actitud positiva, de sacar el provecho, de reflexionar y mejorar, no solo mejoramos nuestras habilidades cognitivas, de empatía y comunicación, sino que también fomentamos las suyas, pues se darán cuenta de que como padres somos capaces de escuchar más de un punto de vista, reformulando el verdadero problema, diferenciando datos relevantes e irrelevantes, comparando y usando otras estrategias para tomar la mejor decisión.
De nuestra actitud dependerá que ellos aprendan que una crítica dicha en un tono amable, genuino y con cariño ayuda a crear una conciencia de las acciones y los errores propios y es siempre una oportunidad de crecer y desarrollar el potencial de cada persona.
Por: María Auxiliadora Rodríguez de Ramírez
Mgs. Asesoramiento Educativo Familiar
Moderadora del Instituto de Matrimonio y Familia