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Las personas pueden vivir sin familia, pero no sin un amor de familia. Puede que este artículo te haga reflexionar.

La terapeuta de familia Orfa Astorga recoge el testimonio de un joven profesional que no quería comprometerse.

Mantuve este diálogo en consulta:

Soy de las personas que no se comprometen con nadie, por lo que soy partidario del amor libre y las relaciones pasajeras, así que considero que el formar una familia no es necesario, al menos en mi caso —contaba en consultoría, un joven profesionista de 35 años, con problemas de ansiedad.

Usted se ve muy seguro en sus convicciones, y siendo así, le pregunto… ¿cómo se ve a sí mismo ya como adulto mayor?

Me veo en una buena residencia de retiro, conviviendo con personas con mis mismas experiencias y forma de ver la vida —contesto enfático.

¿Pertenece actualmente a algún grupo de personas solteras, que comparten intereses y la misma idea de no necesitar la familia? —le pregunte con mucho interés

Últimamente voy tratando de encajar en grupos de más edad, lo que me ha provocado cierta ansiedad y en ocasiones insomnio, pues me he encontrado con cierta desconfianza y, un ambiente enrarecido que no puedo describir. La verdad, me está costando trabajo socializar, pues de entrada me miran con desconfianza y tomando cierta distancia.

Son grupos con un perfil de más solvencia económica, que visten ropa de marca, hacen viajes costosos, hablan de gustos refinados… y más cosas por el estilo. ¿Qué me dice de ello?

 

 

¿Qué distingue a la familia?

Pasa que, en esos grupos, aun cuando forman una comunidad, entre ellos no hay verdadera comunión, es decir una “común-unión” de amor y afecto personal, que solo se da en un ambiente propiamente familiar. Es así pues la familia forma una comunidad de vida y amor, que es naturalmente un centro de intimidad y de apertura.

Eso explica que, en ciertas formas de convivencia, se esfuercen por crear un ambiente de familia, pero logran solo su apariencia, y eso es lo que has percibido en esos nuevos grupos de mayor edad, a los que busca integrarse.

Pues vaya que presumen de su libertad y lo manifiestan abiertamente.

Sucede que, al hacerlo, hablan del solo vivir «hacia afuera», cuando para poder lograr una comunión de amor, es necesario participar el «vivir hacia adentro», es decir desde la riqueza de la intimidad de la persona.

El instalarse en esa actitud puede convertirse en un vacío existencial doloroso, pues la persona es amor por naturaleza.

Bueno sí… pero también es libre por naturaleza, y siendo así… ¿dónde está la contradicción?

No hay tal… ¿qué pensaría usted de una madre que, cansada, no duerme por velar el sueño de un hijo enfermo y lo hace además arrullándolo con ternura?

 

 

Formar una

Que es libre de no descansar, sobre todo si lo hace por amor, eso está clarísimo.

Correcto, y aquí llegamos al punto de que en el hombre lo libre siempre es superior a lo necesario. Ciertamente las personas pueden vivir sin una familia, pero no sin amor de familia, por lo que, para quienes tienen vocación, lo conveniente es formar una familia, como camino de acceso a una verdadera realización personal.

¿Cuál sería la honesta presunción del ejercicio de la libertad así empleada?

Muchos padres contarían de los afanes por sacar adelante a la familia en el esfuerzo por educar, por gastos escolares, cuentas de hospital, de leche y pañales comprados con mucha ilusión en medio de le escasez… y más. Y al final, un rastro inagotable de luz, pues la medida del amor es el amor sin medida.

Mi consultante comenzó su psicoterapia con una visión de vida diferente.

 

 

Escrito por: Dolors Massot, vía Aleteia.

 

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