Muchas mujeres se desesperan por no encontrar pareja. Es importante no poner las energías sólo en esto, porque así se podría lograr el efecto contrario.
En 1998, las parejas se casaban cuando ellas tenían 26 y ellos 30 años. Una década después, es diferente. Ahora ellas se casan a los 30 y ellos a los 34. La postergación del matrimonio está asociada a una serie de factores que se da con mayor fuerza en las grandes ciudades, dicen los expertos, como el acceso a un mayor nivel de educación y la posibilidad de consolidar un proyecto de logro personal.
La psicóloga de la Universidad Católica de Chile, Karina Bustos, del centro Centro Terapéutico Educacional Integral (CTEI), dice que en la búsqueda de la estabilidad amorosa en hombres y mujeres, hoy existe un desfase en comparación con años anteriores. “Muchos llegan a una etapa que en que sólo después de cumplir sus expectativas laborales, deciden formar una pareja”, explica.
En el caso de las mujeres, se trata de un fenómeno más nuevo, pero igualmente notorio. Su creciente preparación profesional y autonomía económica han sido claves. Tanto, que durante la última década, también se duplicó el número de mujeres que se casan después de los 40 años, pasando de 4% en 1995 a 10% en 2007.
Independiente de estas cifras, hay muchas mujeres que se angustian porque no logran encontrar pareja a determinada edad. La psicóloga dice que lo primero que hay que hacer es sacar el foco y la energía puesta en lo sentimental como tema prioritario. “Es necesario bajar el nivel de expectativas respecto a la persona con que te vas a encontrar”, dice. Sobre esto, mucho tiene que ver nuestra noción infantil del príncipe azul.
El príncipe salvador
Un tema recurrente en el inconsciente colectivo de las mujeres es la figura del príncipe azul. Éste, alimentado por las películas de dibujos animados que muchas niñas vieron en su infancia: aquel hombre que va al rescate de la dama en apuros y que a veces debe luchar para liberarla de un malvado hechizo o de un monstruo. La Cenicienta, Blanca Nieves, Rapunzel… son mujeres que esperan ser rescatadas por un hombre perfecto.
La figura del príncipe azul también estaría alimentada por lo mediático. “Todo el tiempo se exhiben prototipos de modelos en las publicidades, películas… Y si una mujer espera a su príncipe azul, todo esto calza. Ahí está ese hombre buenmozo que proteje, provee y cuida”, dice.
La psicóloga agrega que las mujeres tienden a descartar a priori a los hombres por prejuicios, por ejemplo: se viste mal… “Si alguien te invita y dices que no vas a ir para quedarte en la casa, te pierdes una experiencia, y a veces uno se puede encontrar con sorpresas”. Explica que muchas personas tienen demasiadas expectativas y las relaciones a futuro no se construyen con éstas. “Si cada ves que alguien conoce a una persona piensa en la idea de que va a servir como padre o madre para sus hijos, se eliminan un montón de personas de plano. Hay que darse el tiempo de conocer a la gente y luego emitir juicios”, comenta.
La media naranja, culpable
Además del príncipe azul, otra idea que atenta con encontrar pareja es la media naranja. Esta expresión amorosa tiene su origen en un mito que narra el poeta de comedias griego Aristófanes. En un principio, la raza humana era casi perfecta. Los seres eran esféricos como naranjas; tenían dos caras opuestas sobre una cabeza, cuatro brazos y cuatro piernas que utilizaban para desplazarse rodando. Su vanidad les llevó a enfrentarse a los dioses creyéndose semejantes a ellos. Zeus los castigó partiéndolos por la mitad con un rayo. Ya repuestos, los seres andaban tristes buscando a su otra mitad.
Para la psicóloga, la expresión de media naranja es un mito, porque implica que uno necesita una mitad para completarse y el mensaje es muy distinto. “Hay que asumir que uno es una naranja entera al encuentro de otra naranja diferente. No existe un otro que te complete, porque eso significaría que eres parcial en tu identidad. Si no me asumo como una persona integra, que sabe andar por sí misma, siempre voy a estar buscando a alguien que me complete y eso no es real”, dice. Agrega que nadie puede completar los temas y carencias que uno mismo no completó, ya que la persona más esencial en la vida es uno mismo.
Un cambio generacional
Para muchas mujeres la presión social es preocupante. No es raro que las personas pregunten por qué no están saliendo con alguien. “Incluso hay gente que puede dudar de la identidad sexual del sujeto”, dice Karina Bustos. “Y si estás saliendo con alguien te preguntan por qué no formalizas”, agrega.
Para muchos jóvenes hoy la prioridad no es formar pareja, ya que piensan en su realización laboral, en conocer el mundo, antes de constituir una familia. “Hace no mucho tiempo, el objetivo era terminar el colegio y casarse. Hoy eso no existe, por eso hay generaciones de madres e hijas tan distintas. A la mamá pegada en la estructura antigua no le calza esta hija que tiene 30 y sigue viviendo con ellos. El desafío para las generaciones actuales es comprender que para los padres esta es una situación nueva y no saben cómo manejarla”, dice.
Karina Bustos considera que la solución a estas visiones pasa por la conversación. “En las familias hay que hablar más directamente. Por ejemplo decir: mamá mis prioridades son éstas… también estoy en busca de pareja, pero no ha pasado aún. Por favor no me presiones más”.
Salir de la casa, redes amplias
Para la psicóloga, si uno quiere formar pareja, es clave no quedarse puertas adentro en casa, ya que nadie va a llegar a tocar la puerta. Por esto explica que hay que estar conectado con redes más amplias que la familia. “Hay que moverse en círculos donde uno conozca a otros, sino la probabilidad de encontrar a alguien es baja. Si te empiezas a aislar y a lamentarte porque estás sola, que nadie se interesa en ti, cerrarás puertas y te pisarás la cola. Si estás frustrado, pierdes la esperanza”, dice y agrega que hay gente que incluso se deprime por que tienen la sensación de que no van a encontrar nunca pareja. “Se empiezan a desvalorizar, les baja el autoestima. Se cuestionan su atractivo físico…”, dice.
Aunque la premisa es “no quedarse en casa”, el ideal es escoger programas con espacios acotados en lugar de discotecas y pub, donde prácticamente es imposible conocer gente. “Hay que tratar de mantener nexos, gimnasios, clases de algo, espacios donde uno mantiene conexión con otros. Y tampoco ir con la idea de que en ese lugar uno va a encontrar a alguien. Si tienes el foco puesto en eso, te quita la posibilidad de disfrutar un momento placentero”, concluye
Vía Hacerfamilia.cl