¡¡¡ Llegaron las vacaciones!! ¿ Y ahora? ¿Qué hago con mis hijos en casa? Estas inquietudes en las familias se repiten cada año luego de finalizar el período escolar.
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Como padres de familia sentimos muchas veces que si no les brindamos a los peques de la casa actividades para llenar sus horas estamos casi que condenándolos a una vida lastimera y aun futuro sin oportunidades.
De un tiempo acá el mercado de los vacacionales se ha expandido, pudiendo encontrar lugares donde los acogen desde la tierna edad de un año y medio. Lugares que ofrecen desde deportes, música y arte hasta mindfullness. Es como una carrera contrareloj para ver quién inicia antes y qué más puede ofrecer que sea novedoso ante los ojos del padre de familia, que es a fin de cuentas quien toma la decisión y paga.
Ni bien los niños terminan sus clases en el colegio están iniciando nuevamente alguna actividad, regresando a horarios rígidos y a rutinas.
¡Ojo! No es mi intención estigmatizar estos lugares, peor aún desestimar las rutinas, las cuales considero necesarias en la vida, pero si quiero hacer un serio análisis de qué es lo que esta pasando en las familias en general.
Escuchamos mucho decir: es que ahora papá y mamá trabajan a tiempo completo. Es que ahora es difícil encontrar personal de confianza para dejarlos en casa a su cuidado. Es que ahora los abuelos ya no se quedan en casa para cuidarlos como solía pasar años atrás. Todo eso es real, pero también es una gran verdad que muchas veces no queremos complicarnos teniendo que ser nosotros quienes les brindemos las alternativas de diversión en casa.
¿Que en los vacacionales se divierten? Si. ¿Qué socializan? Si. ¿Qué hay la posibilidad de que aprendan algo nuevo? pues si, pero ¿Para cuándo queda el tiempo en familia? ¿Cuándo será el momento y el espacio de crear vínculos fuertes y sanos entre los miembros del hogar? ¿Cuándo descansan nuestros niños? Porque hasta los fines de semana les estamos creando planes… llenando sus vidas de ruido y un constante activismo.
Las vacaciones deben ser vistas como lo que son: un tiempo de ocio y relajación. Un tiempo de jugar libremente, de dormir un poco más, de tomar las cosas con más calma, de descubrir que del aburrimiento salen grandes ideas.
Cuando los hijos crecen es más difícil encontrar estos espacios de encuentro con ellos porque ya no somos el centro de sus vidas, pasamos a un segundo plano y es ahí cuando decimos: ¡Cómo me gustaría que vuelva a ser pequeño para pasar más tiempo juntos!
Ese tiempo es ahora, no lo malgasten. El cerebro también necesita un descanso para reiniciarse y reconectarse. Denles rompecabezas, libros de pintar, cuentos, muñecos, cuerdas de saltar, pelotas; brìndenles la oportunidad de expandir su imaginación creando ciudades y carreteras con cajas y cartones, escribiendo sus propios cuentos, haciendo disfraces con materiales y telas recicladas.
Ahora, si por los motivos que fueren no hubiera otra alternativa más que ponerlos en un vacacional asegurense de que sea uno que esté a cargo de personas con experiencia en el ámbito educativo, que cuente con personal de limpieza suiciente de acuerdo al número de niños que asistan, que las instalaciones sean aptas para las actividades a realizar y a la edad de sus hijos y sobretodo que les brinden toda la seguridad necesaria.
Como padres de familia tienen todo el derecho de pedir que les aclaren cualquier inquietud o temor que pudiera generarse, así como de comentar aspectos a mejorar. Si bien es cierto que es un lugar a donde sus hijos van a asistir por un no muy prolongado período de tiempo no es menos cierto que están dejando ahí a sus más grandes tesoros y deben saber en quiénes depositan su confianza.
Recuerden también la importancia de un buen desayuno y un snack nutritivo a media mañana, suficiente agua para que se mantengan hidratados y nunca está de más enviarles un bolso con ropa por si necesitan cambiarse.
Sea que se decidan por un vacacional o por mantenerlos en casa los niños son niños y siempre encontrarán la manera de divertirse, como decía al inicio del artículo, no es cuestión de decir qué es mejor o qué es peor sino de ver qué es lo que más se acomoda a nuestra dinámica familiar y a nuestras necesiades teniendo siempre en cuenta que la decisión que se tome será pensando en lo mejor para nuestros hijos.
Por Miriam Valdez de Cornejo.
Licenciada en Educación
E-mail: miriam_vc@hotmail.com