Tranquilízate! No lo estás haciendo mal. Quizás la imagen que tenías de la familia perfecta no se ajusta a la tuya pero eso no quiere decir que la tuya no lo sea.
Cuando nuestros hijos nacen, idealizamos, proyectamos e imaginamos. Nada nos puede asegurar que todo vaya a ser como está planeado en nuestra mente. ¡Afortunadamente!
Sin conocer a nuestros hijos, nuestras expectativas se alejan mucho de lo que necesitan de verdad. Nacen con una clara personalidad. Unos nacen con Síndrome de Down. Otros son desafiantes. Tenemos hijos muy activos, con TDAH. También pasivos, seguidores y con falta de autoestima. Otros se comen el mundo… Hijos grandes y pequeños, agresivos, sensibles o poco empáticos. Los hay que no pueden comunicarse y los que no callan ni escuchan nunca… Nuestros hijos son todos diferentes y únicos.
Y a medida que crecen vamos conociéndoles, reconociendo sus rasgos y fomentando sus potencialidades. A veces tomamos decisiones equivocadas. ¡Como todos! Y gracias a ellas podemos rectificar e ir conformando nuestra mejor familia posible. A veces, muy lejos de nuestra familia ideal. Pero debe ser así. Eso significa que cada uno tiene un espacio para ser como es, para crecer en libertad.
¿Qué esto conlleva confrontaciones? A veces sí, precisamente porque como padres también vamos aprendiendo. Pero a medida que nos equivocamos, que cambiamos de estrategia, que conocemos a nuestros hijos y que aceptamos cómo son podemos crear nuestra mejor familia posible.
La familia perfecta existe. Pero no es la que tú tienes en la cabeza. Donde no hay problemas o si los hay, se resuelven con facilidad y la vida continua. ¡No! La familia perfecta es la que da oportunidades a todos sus miembros para resolver sus propios problemas y, en definitiva, poder ser cómo son, con libertad y respeto a las diferencias individuales.
Vía Solohijos.com