Estos niños van a dar una gran lección a sus papás.
Debemos recordar, una y otra vez, valorar lo que tenemos y que lo más importante es el amor, la familia. Pero con el día a día, las prisas y la rutina, a uno se le olvida. Precisamente a la familia es a quien acabamos tratando peor: por exceso de confianza, nos permitimos llegar tarde, levantar la voz a nuestros padres, tratar con malos modos a un hermano. Creemos que siempre van a quedarse junto a nosotros y estarán ahí para atender a lo que necesitemos.
Cuando pasa el tiempo, comprobamos que esto no es así. La distancia física a veces obliga a separarse (porque alguien emigra o se casa y cambia de ciudad). También nos va separando la lista de tareas con que llenamos cada jornada: gym, clases de idioma, etc. Sin embargo, ¿alguien anota en su agenda un tiempo de “conversación con mi esposa” o un sencillo “estar con los niños”?
Vídeo:
Este experimento tan sencillo que plantea el vídeo nos da una lección acerca de quién es importante de verdad. Si valoráramos a nuestra familia como lo que realmente es, cada día sería una fiesta en casa, merecería más cuidados, más atención.
Empecemos por tener un detalle con los nuestros: tratar de almorzar o cenar todos juntos, preparar algo de la comida para que mama no tenga que hacerlo todo, poner la mesa, servir el agua. Cada quien sabe qué es lo que más necesitan los otros. No dejes que transcurra un día más sin que sepan lo mucho que los quieres.
Cenar con la familia es un lujo, pensémoslo. Ni la conversación con una estrella de Hollywood o cantante favorito puede dar la misma felicidad.
Vía: Aleteia