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La inmadurez emocional podría definirse como una condición en la que las personas no han renunciado a los deseos de la infancia.

Esto tiene que ver con que el mundo gire a su alrededor, o que la realidad funcione como ellos quieren. Así mismo, la madurez emocional podría definirse como un estado de fortaleza y templanza que conduce a actuaciones realistas y equilibradas.

Más que por una definición en abstracto, la madurez o inmadurez se muestra a través de rasgos de comportamiento. A continuación la autora Edith Sánchez del portal Lamenteesmaravillosa.com, comparte una lista de cinco características que son propias de las personas emocionalmente inmaduras:

1. Las personas que son egocéntricas

Buena parte del proceso de maduración en las personas consiste en entender que el mundo no gira alrededor de ellas. Pr ejemplo, un bebé no lo sabe; por eso, pide comida a las 2 de la mañana y le tiene sin cuidado si esto afecta el sueño de sus padres. A medida que crece, aprende a reconocer que no siempre se obtiene todo lo que se desea. Además que otras personas y sus necesidades también habitan el universo.

Madurar implica salir de la cárcel del yo. Cuando poco a poco vamos renunciando a esa fantasía, también nos vamos haciendo conscientes de una hermosa posibilidad: la aventura de explorar el universo de los demás.

2. Dificultad para asumir compromisos

Una señal inequívoca de inmadurez en las personas es la dificultad para asumir compromisos. Al niño le cuesta renunciar a lo que quiere en ese momento para conseguir un objetivo mayor a largo plazo. Si le damos una golosina y le prometemos que si no se la come durante un tiempo le daremos otra, el deseo de comerse la que tiene en la mano se impondrá.

3. Tendencia a culpar a los demás

Los niños se asumen a sí mismos como seres dirigidos por otros, que no actúan a voluntad. Están en un proceso de formación y de inserción en la cultura. Mientras son pequeños, creen que el error debe llevar a la culpa. No les importa tanto el daño que hicieron, sino el castigo o la sanción que puedan imponerles.

Crecer es salir de ese estado de dulce irresponsabilidad. Madurar es ir entendiendo que somos los únicos responsables de lo que hacemos o dejamos de hacer. Aprender a reconocer los errores y sacar nuevos aprendizajes. Saber reparar los daños y pedir perdón.

4. Establecer lazos de dependencia

Las personas inmaduras no necesitan a los demás porque los quieren, sino porque los necesitan. De ahí que suelan construir lazos en los que hay fuertes dependencias.

Para poder establecer vínculos basados en la libertad, se requiere que haya autonomía. Sin embargo, las personas inmaduras no tienen claro el concepto de autonomía. A veces piensan que hacer su voluntad es un comportamiento autónomo. Pero a la hora de asumir las consecuencias de los actos, necesitan de los demás para que amortigüen, oculten o aligeren la responsabilidad.

5. Irresponsabilidad en el manejo del dinero

La impulsividad que se expresa muchas veces, es en la forma que tienen de administrar sus recursos, como el dinero. Así, con el fin de satisfacer sus deseos, no tienen problema en comprar lo que no necesitan con el dinero que no tienen.No evalúan con objetividad las inversiones y les cuesta proyectarse a medio y largo plazo. Por eso es frecuente que vivan endeudados, todo por satisfacer caprichos.

Estos rasgos de inmadurez no surgen o se mantienen por decisión consciente de las personas. Casi siempre obedecen a vacíos o grietas durante la crianza. También pueden ser una consecuencia de experiencias desafortunadas que les han impedido evolucionar. Si eres así, o conoces a alguien así, no se trata de que lo señales. En realidad lo importante es tomar conciencia de que impulsar tu propio crecimiento puede conducirte a una vida mejor.

Vía: LaFamilia

 

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