Cuando nos hacemos adultos y queremos hacer un esfuerzo por recordar las cosas que nos pasaron cuando éramos niños, nos damos cuenta de que tenemos muchas lagunas.
Para la mayoría es casi imposible recordar algo y es a partir de los cinco años cuando empezamos a tener memoria de nuestra infancia. Antes de estos años, los niños no son plenamente capaces de diferenciar entre imaginación y lo que se ha vivido, ya que confunden ambos hechos como tangibles. Por este mismo motivo, las pesadillas y sueños nocturnos tienen una connotación negativa y no son fáciles de descartar. Para un niño significa una amenaza real, a pesar de lo absurdo que le pueda parecer a un adulto racional.
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Pero, ¿por qué existe esta línea difusa entre fantasía y realidad? ¿qué consecuencias tiene? La memoria humana se desarrolla y evoluciona con la edad. Cada etapa de la vida conlleva sus cambios neurológicos con efectos directos en cómo se codifican y recuerdan eventos.
La memoria básica en los primeros años
Durante los primeros dos años de vida, las memorias son muy básicas. Se reducen a un mínimo de condicionamientos y aprendizajes emocionales. En esta edad se puede decir que la memoria se guarda en un formato de casete. No solo la calidad no es muy buena, sino que es limitada. Por otra parte, en esta edad no se tiene el vocabulario suficiente para entender muchos conceptos, por lo que las memorias que se guardan son generalmente de carácter procedimental y no declarativo.
A partir de los dos años y medio, el sistema mnémico (memorias) mejora y con ello la capacidad de recuperar información. Se puede decir que ahora guardamos recuerdos en formato CD. Es entonces cuando se crean las primeras memorias, que permanecerán con nosotros toda la vida. Empezamos a ampliar nuestro vocabulario y con ello la cantidad de información que somos capaces de almacenar. Si bien nuestra memoria ha mejorado, aún no es la más sofisticada. Igual que un CD, a esta edad la memoria es sugestionable, fácil de corromper y de ser alterada.
A los 6 años, la memoria pasa a un nivel superior
No es hasta aproximadamente los seis años de edad cuando la memoria pega un salto cualitativo y llega a un nivel de sofisticación. A partir de esta edad, el sistema mnémico no mejora su calidad, pero sí su cantidad. Con cada nueva pieza de información que aprendemos vamos ampliando nuestros conocimientos del mundo. Este nuevo formato, equiparable a mp3, no mejora, solo amplía su selección.
Debido a que después de los casi tres años y antes de los seis, los recuerdos acaban de empezar a codificarse en términos de conceptos y lenguaje -así como de manera declarativa y consciente-, no son las más solidas. Por primera vez los niños empiezan a recordar vívidamente eventos y sus consecuencias, aunque no sean conscientes siempre de si son reales o no. Es por este motivo, por el que puede darse que un niño en este grupo de edad diga algo que en un niño mayor o adulto considere una mentira, pero no lo haga de manera premeditada o con intención de engaño.
Vía : HacerFamilia