Una de las mejores formas de afrontar la falta de autoconfianza de nuestros hijos es desarrollando en ellos, desde pequeños, una elevada autoestima.
Los primeros años de sus vidas son fundamentales para que el niño adquiera seguridad, aprenda a autovalorarse y a verse como alguien capaz de superar cualquier reto. En este sentido, existen numerosas actitudes y pequeños remedios que nos ayudarán a reforzar su autoestima.
Así, por ejemplo, en casa podemos intentar evitar frases y comentarios que contribuyan a deteriorar la autoimagen de nuestro hijo. Fíjate en sus puntos fuertes intentando buscar sus cualidades para reconocérselas y alabarlas públicamente.
Elogios para reforzar la confianza
Un truco que suele surtir buen efecto es hablar bien del niño cuando esté escuchándonos. Así, cuando nos encontremos con una amiga, podemos comentar en voz alta sus muchas cualidades haciendo ver que no nos damos cuenta que él nos está oyendo. De este modo, estaremos reforzando su confianza.
También podemos simular que nos equivocamos en su presencia para que él mismo tenga la oportunidad de corregirnos. Otra idea para potenciar su autoestima es dejarse ganar en algún juego o cometer algunos errores adrede en casa ofreciéndole así la satisfacción de sentirse más hábil que sus propios padres.
Ofrecerle la oportunidad de destacar en algo en comparación con sus hermanos, también puede ayudar. Quizá nuestro hijo sea un experto realizando trabajos manuales. Por tanto, animémosle a que haga alguna manualidad en casa, recordándole que él es que mejor la realizará.
Por último, intenta enseñar a tu hijo a felicitarse a sí mismo por sus pequeños o grandes éxitos en la vida.
Un trabajo diario
A diario, debemos intentar buscar oportunidades para elogiarle por las cosas que hace bien. Si nos lo proponemos, incluso si se lo proponemos a sus hermanos mayores, seguro que entre todos encontramos un sin fin de ocasiones para felicitarle por sus más diversas cualidades.
Procura no exigir a tu hijo más de lo que es capaz de dar. Nuestros hijos necesitan que les exijamos, pero no más de lo que son capaces de hacer.
Es bueno que les propongamos metas que sean capaces de obtener pero que, a su vez, les exijan cierto esfuerzo de superación. Así, por ejemplo, podemos empezar por pedirles cosas fáciles y, según las vayan cumpliendo, ir aumentando el nivel de dificultad.
Y si lo que realmente le preocupa a nuestro hijo es algún defecto físico no intentemos disimularlo haciendo como si no lo viésemos. Por el contrario, intentemos hablar de ello abiertamente y con toda naturalidad ofreciéndole su justa importancia. Debemos intentar enseñarle que debe aprender a saberlo llevar bien. Es más, es importante que le hagamos ver que las personas que saben aceptar sus defectos tienen mucho mérito y deben sentirse orgullosas de ello.
Vía: Hacer Familia