Desde la llegada de la Primavera Árabe y especialmente tras la crisis humanitaria en Siria, la oleada de refugiados hacia Europa no ha parado.
Muchas reuniones de los gobernantes, muchas declaraciones de buenas intenciones y la promesa de una gran acogida por parte de la Unión Europea, ¿en qué ha quedado todo? Finalmente la Unión Europea está mucho más preocupada por el control que por la acogida.
Ayer conocíamos cómo Suecia pretende expulsar a entre 60.000 y 80.000 personas a las que se les ha denegado la solicitud de asilo. Según su ministro de interior, Anders Ygeman, se fletarán aviones, bajo los auspicios de la Unión Europea para deportar a los inmigrantes ilegales de su país.
Esta semana, Dinamarca aprobaba la polémica reforma legal que restringe los derechos de los refugiados. Entre las medidas adoptadas se encuentra el requisar aquellos bienes que excedan de 10.000 coronas danesas (1.340 euros).
No es nada nuevo. En Suiza se hace algo parecido desde hace años. En la República Checa una ley permite que los refugiados sean detenidos entre 40 y 90 días, según los casos. Esos días se les obliga a pagar una tasa diaria de 10 dólares por su estancia involuntaria en los centros de internamiento. Eslovaquia recibirá a 200, siempre y cuando sean cristianos, mientras que Bulgaria los devuelve directamente a Turquía.
Europa está mucho más preocupada por el control de la migración y por su propia seguridad que por la situación en la que llegan los refugiados.
De hecho, la Comisión Europea alertaba de las deficiencias griegas en el control de las fronteras y ha lanzado un ultimátum para que las corrijan y contengan la salida de los refugiados desde Grecia al Norte de Europa.
Mientras tanto la situación de los refugiados sigue siendo la misma. Abandonados por todos. Se hizo una petición de ayuda urgente por parte de países como Serbia, Eslovaquia, Croacia y Grecia.
José Luis Pinilla, director del secretariado de migraciones de la Conferencia Episcopal Española señala los verdaderos incumplimientos de estas peticiones:
– Mantas: Serbia pide 89.600 y recibe 37.600 (faltan 52.000)
– Mantas de lámina desechables: Grecia solicita 80.000 y no ha recibido aún ninguna.
– Sábanas: Serbia pide 8.000 y se aportan 2.000.
– Kits de primera ayuda: a Grecia faltan 98.000 (se le han dado 2.000).
– Guantes desechables: Serbia pide 100.000 y se le dan 76.000; Eslovenia pide 200.000 y se le dan 32.000; Croacia pide 312.000 y le faltan 100.000 ¿Tan costosos son los guantes desechables?
– Chubasqueros: Serbia pide 80.000 y se le dan 2.000.
Muchas instituciones se han preparado para la acogida, se han creado lugares de hospitalidad y parroquias, familias y ONG’s esperan la prometida y necesaria llegada de los refugiados.
¿Por qué no llegan, por qué no están siendo reubicados? ¿Por qué la Unión Europea manda un ultimátum a Grecia y no habla de la poca ayuda que los Estados miembros (políticos) ofrecen a los refugiados?
¿Por qué tanta preocupación en el orden y la llegada a los países del norte de Europa y tan poca preocupación por los muertos que cada día se agolpan en las aguas del Mediterráneo?
Vía Aleteia