No lo pienses más… solo regálate un fuerte aplauso en esta Navidad, porque este año lo diste todo y más. ¡Eres un luchador!
Se acerca la noche buena de este año para muchos no tan bueno. Hemos perdido trabajos, encuentros, abrazos, planes y sobre todo, personas. En la universidad no nos enseñaron la materia «Sobreviviendo a Pandemias Nivel 1». Por eso, solo nos quedó poner el pecho y afrontar todo lo que vino en el año.
Fuimos aprendiendo, fuimos conociéndonos, y de la mano de nuestro Dios que nos sujeta mucho más fuerte que cualquier desastre posible, fuimos caminando, paso a paso, en este año tan loco.
Ya estamos en diciembre, y toca hacer una pausa en medio de toda la rutina que nunca se detuvo, para que veas hacia atrás, y sonrías por todo lo recorrido, aunque duela, aunque canse, aunque no se comprenda.
Estás vivo aquí y ahora, y en ti siguen viviendo cada familiar o amigo cercano que partió a convertirse en estrella. Y también, en ti sigue viva la fuerza del amor llamada: Jesús resucitado.
Hoy quiero invitarte a que te aplaudas, a que dejes toda idea de falsa humildad y así como revisas de vez en cuando tu lista de pecados, también aprendas a reconocer cada decisión, gesto o acción que convertiste en buena noticia para ti y para tu prójimo.
1. Un aplauso por tu esfuerzo en el trabajo
Por reinventarnos al home office, por hacer malabares atendiendo reuniones por Zoom y al mismo tiempo haciendo el almuerzo a los hijos. Por encontrar nuevas formas para salvar nuestro emprendimiento, incluso vendiendo hasta mascarillas y alcohol en gel.
Por conseguir trabajo nuevo en pandemia y porque quienes no tenemos uno aún, seguimos buscando sin rendirnos. Por abrazar a nuestros equipos de trabajo y por trabajar duro para reincorporar pronto a quienes les tuvimos que decir adiós por un tiempo. Por todo ese tremendo esfuerzo, apláudete.
2. Un aplauso por el amor a tu familia
Por el tiempo que les diste, porque tuviste que activar mucho más la comprensión y la empatía. Por todos los juegos de mesa y rompecabezas que compartiste con ellos, porque los miraste y escuchaste más, porque les cocinaste.
Porque convertiste a tu roomate en tu familia y a los que están lejos, los hiciste sentir en casa con tu cercanía. Por todos los cumpleaños por videollamada que organizaste.
Por toda la creatividad para hacer el Adviento, el rosario o simplemente prender un poco de fuego y conversar juntos.
3. Un aplauso por todas las veces que aplaudiste a los demás
Porque saliste muchas noches por ese balcón a aplaudir a tantos héroes. Porque alentaste a tus amigos que se quedaron sin trabajo, a los emprendedores que casi quiebran o quebraron.
Porque sostuviste a gente cercana que quizá rompieron con su pareja, o que alguna muerte les terminó rompiendo el alma. Por todas las veces que brindaste como tuyo, algún triunfo de otros y por esos comentarios en las redes donde felicitaste a los recién graduados o a los recién casados.
Escrito por: Fernando Merino, vía Catholic-Link.
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