Hoy más que nunca la sociedad, mejor dicho, todo el mundo, necesita que rescatemos la figura del padre, en beneficio directo de los niños.
En Estados Unidos, según el US Census Bureau (2017) ya se habla de una crisis, una crisis debido a la gran cantidad de niños que crecen sin su papá o sin una figura paterna. Biológicamente, hombres y mujeres somos distintos en nuestra forma de pensar, expresarnos, manifestar nuestro cariño y también la manera de criar a los hijos. Así lo ha demostrado la neurociencia.
Lawrence Cahill, Doctor en Neurociencia y profesor en la Universidad de California, considera que las investigaciones son concluyentes: los cerebros de hombres y mujeres son diferentes. Y esta dualidad beneficia a los niños pues la presencia de ambos padres trae muchas ventajas: económicas, emocionales, académicas que van influir en el futuro de los niños.
Tanto la figura materna como paterna son imprescindibles para el desarrollo equilibrado de los hijos. Estudios, publicados por National Fatherhood Iniciative, demuestran que los niños con la figura paterna ausente tienen mayor riesgo de cometer suicidio, tener desórdenes de conducta, cometer abusos sexuales, ser encarcelados, caer en la drogadicción, abandonar el colegio y tener un embarazo adolescente.
El valor del padre
Es importante saber que el padre actúa como separador entre la madre y el hijo. El instinto materno lleva a la madre a querer cubrir todas las necesidades de su hijo, haciéndolo dependiente de ella. El vínculo madre-hijo es único, pero su sobreprotección puede resultar limitante para el hijo, y llevar a formar personalidades dependientes e inmaduras.
El padre es el llamado a romper ese cordón umbilical, enfrentar el hijo con la realidad y que se sienta un ser autónomo. La profesora María Calvo afirma que la entrada del padre en esa unidad abre al hijo a la necesaria relación con el mundo que le va a permitir desarrollarse como persona de forma plena.
El psicólogo forense Shaw Johnson, tras multitud de investigaciones, llegó a la conclusión de que no hay nadie mejor capacitado para frenar la agresión antisocial de un muchacho que su padre biológico.
La firmeza del padre robustece el carácter moral del hijo. “Por medio del no del padre el hijo se prepara para aceptar un no en la vida”. Es decir, aprenden a controlar sus impulsos adquiriendo la capacidad de autocontrol. Rolf Loeber, profesor de psiquiatría, psicología y epidemiología en el Western Psychiatric Institute de la Escuela de Medicina de la Universidad de Pittsburgh dice que “una relación cercana entre el hijo varón y su padre previenen la hostilidad y la agresividad inapropiada».
La ausencia de la figura paterna
Hay que recodar que las estadísticas son probabilidades y que la ausencia del padre es un factor que se sumado a otros incide negativamente en los niños. Por ejemplo, en Latinoamérica, según el Mapa Mundial de la Familia (2017), el 50% de los niños nacen en hogares donde sus padres no están casados, muchos conviven y se terminan separando.
Si a esta ausencia le añadimos una situación de pobreza, desigualdad de oportunidades, desnutrición etc., estos niños lamentablemente crecerán con grandes desventajas frente a quienes si han tenido un hogar estable tanto en lo emocional como en lo económico.
Este círculo de pobreza y vulnerabilidad no se corta, en gran parte, porque la sociedad no reconoce ni promueve la importancia de la figura paterna, y esto se traslada a las siguientes generaciones.
Es así que los varones no ven la necesidad de asumir su rol, su compromiso porque nadie les ha dicho que su rol como padre es fundamental. Las niñas y adolescentes buscan amor sin comprender que su pareja debe estar dispuesta a asumir una posible/futura paternidad.
La realidad en América Latina
En Latinoamérica, la lucha para erradicar la pobreza es una batalla constante, así como la erradicación de la violencia, del embarazo adolescente y las adicciones. Todos estos problemas suponen un costo financiero importante para los Estados, y un costo altísimo para las familias que trae dolor, angustia, conflictos y desesperanza.
Está surgiendo un nuevo grupo de personas privadas de un patrimonio vital: la presencia de su padre. A simple vista pasan desapercibidos, y en muchos casos se los encasilla como “madre adolescente”, “joven encarcelado”, “adolescente en rehabilitación o que no finalizó sus estudios”, sin embargo, han sido marcados por una carencia más profunda como lo es la ausencia de su padre, carencia que no está siendo atendida, y que ha sido determinante en su crecimiento y desarrollo como persona.
Por ello, es urgente rescatar la figura paterna, reconocer y difundir la importancia del padre en la crianza de sus hijos, y que su aporte es imprescindible desde su masculinidad. Su labor debe ser valorada en la familia, la sociedad y el Estado erradicando cualquier idea que lo descalifique o desvirtúe.
El hombre no es el enemigo, sino el compañero, el complemento, la diferencia que enriquece y equilibra a las mujeres en el hogar, y la importancia de su rol debe verse reflejado en las leyes y en las políticas públicas y privadas apoyando la paternidad tales como la conciliación trabajo-familia y creando escuelas para padres.
El vínculo entre padres e hijos debe fomentarse siempre aunque los padres se hayan separado. Sin embargo, la estabilidad matrimonial y familiar es un ideal que merece ser conquistado por el bien de todos porque la sociedad es un espejo de lo que ocurre en la familia.
Escrito por: Cristina Valverde J.
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