El empresario vive inmerso en una realidad de la que no se puede desentender; una realidad que le plantea retos, oportunidades, y que le exige comprender y asumir un compromiso ético.
Frente a la espiral de violencia, las deficiencias del sistema de justicia, el pobre desempeño de la economía, la precariedad del empleo y la amplitud de los fenómenos de la pobreza y la exclusión, es indispensable que el empresario adopte una actitud socialmente responsable. Esta, además de contribuir a la superación de los enormes desafíos del país, debe tener una clara convicción de que el principal objetivo debe ser salvaguardar y promover la dignidad inalienable de la persona.
Pilares de la responsabilidad social
Para el empresario socialmente responsable, el compromiso no se limita a la necesaria generación de riqueza o a la creación de empleos. Implica también desarrollar una nueva mirada que le permita entenderse a sí mismo como actor inscrito en una realidad social más amplia que lo interpela. Esta nueva mirada sobre su actividad empresarial es la que lo facultará para conducirse de acuerdo con los cuatro principios o pilares sobre los que descansa el cumplimiento cabal de su responsabilidad social.
Como se puede desprender, la responsabilidad social empresarial dista de ser una vía políticamente correcta para obtener prestigio e incrementar las oportunidades de negocio. Es un verdadero cambio cultural sustentado en la idea de que ser empresarios es administrar digna y equilibradamente, en beneficio de todos los grupos relacionados, los recursos que nos han sido confiados, con la enorme responsabilidad en la construcción de una sociedad justa.
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La reivindicación de la ética como guía
Los avances de la ciencia y la tecnología han transformado nuestros modos de vida y multiplicado nuestra capacidad de generar riqueza. Sin embargo, en el camino, parece que hemos olvidado que, desde una perspectiva ética, el fin no justifica a los medios. La empresa socialmente responsable debe plantearse la pregunta acerca de la validez moral de sus decisiones e, incluso, en su quehacer cotidiano debe estar dispuesta a cerrar la puerta a toda modalidad de corrupción.
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Los colaboradores como centro de su accionar
En el desempeño cotidiano de sus actividades, la empresa interactúa con una amplia gama de personas que, ante todo, deben ser vistas como tales; es decir, como personas y no como meros medios para maximizar resultados. Los trabajadores no son un factor de la producción; son, ante todo, seres humanos cuya dignidad debe ser reconocida y que, para tal efecto, resulta imperativo asumir el principio ético de su no instrumentalización.
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El cuidado del medio ambiente
Hoy, más que nunca, el desarrollo económico debe descansar en métodos de producción sustentables. La naturaleza no es un mero recurso; es nuestra casa común y, en cuanto tal, exige que le brindemos los cuidados requeridos. La naturaleza no es un bien que nos podamos apropiar. No nos pertenece; de hecho, nosotros le pertenecemos y, en tal virtud, la empresa debe entender que tiene el compromiso de administrar sabiamente el patrimonio que le ha sido confiado en beneficio de las próximas generaciones.
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La vinculación con la comunidad
Ante la preocupante realidad de la pobreza y la desigualdad, la empresa debe ser un actor que solidariamente se involucre en la búsqueda de soluciones a los problemas que aquejan a la comunidad. Se trata de establecer canales de diálogo y encuentro con la comunidad y, a través de acciones encaminadas a la satisfacción de las demandas legítimas de estas, contribuir a su empoderamiento. Se precisa diálogo, involucramiento solidario y participación.
Como se puede desprender, la responsabilidad social empresarial dista de ser una vía políticamente correcta para obtener prestigio e incrementar las oportunidades de negocio. Es un verdadero cambio cultural sustentado en la idea de que ser empresarios es administrar digna y equilibradamente, en beneficio de todos los grupos relacionados, los recursos que nos han sido confiados, con la enorme responsabilidad en la construcción de una sociedad justa.
Por José Miguel Yturralde
Consultor de Desarrollo Sostenible
@JMYturralde