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Bajo el pretexto de un uso medicinal, los jóvenes podrían justificar sus hábitos de consumo de drogas y conductas adictivas.

La legalización de la marihuana medicinal en el país es un tema controversial por sus connotaciones éticas, morales y medicinales. Existe una línea muy fina entre el ideal que se vende sobre este tipo de uso y los espacios de consumo que ganan los jóvenes bajo este concepto. A mediano y largo plazo, este hábito produce que desarrollen trastornos y perjuicios relacionados a la problemática adictiva de la marihuana, como ejemplo de ellos, se pueden enlistar: síndrome amotivacional, desgano y pérdida de interés en la responsabilidad.

Usos terapéuticos

En países latinoamericanos como Argentina, Colombia, Chile y Uruguay, su legislación ya permite su uso medicinal. Pero, ¿cuáles son esos usos? La marihuana contiene alrededor de 400 principios activos, de los cuales, 60 de ellos son cannabinoides y poseen propiedades analgésicas y antieméticas (náuseas).

Existen tres tipos de cannabis: la sativa, índica y americana. Y de ellas se desprenden los fitocannabinoides, producidos por la planta de cannabis. Los cannabinoides endógenos, producidos por el cuerpo humano como reguladores del dolor, la ansiedad, el hambre y el estado de ánimo. Y los cannabinoides sintéticos, desarrollados en los laboratorios.

Dentro de su empleo terapéutico, se tratan patologías como dolor crónico, fibromialgia (rigidez muscular), esclerosis múltiple, náuseas, vómitos, enfermedades terminales y síndrome de Tourette (tics y ansiedad). Entre las más administradas en tratamientos se encuentran: el principio farmacológico dronabinol (delta 9), sustancia extraída como medicamento para estas dolencias. Y los medicamentos nabilona (cápsulas) y marinol (cápsulas de gel), los dos indicados en analgesia y náuseas que no responden a tratamientos convencionales.

Perjuicios reales

En el año 2016, se realizaron más de 350 estudios sobre el tema. Los expertos coinciden en que se requiere de mayores investigaciones y estudios clínicos estrictos para establecer efectos a largo plazo. Es importante reflexionar sobre cómo la juventud podría justificar su consumo y adicción a esta sustancia argumentando que  es medicinal. Existe una gran distorsión en la información que circula sobre su uso medicinal y administración recreacional.

Como se mencionó, existe un problema con el consumo de la marihuana, la justificación de su uso y sus riesgos inminentes. Las personas que consumen marihuana con regularidad lentifican sus movimientos y procesos cognoscitivos (pensamientos secuenciados o con sentido).

Una de sus primeras señales es el bajo rendimiento en la escolaridad. Le siguen la apatía, el aislamiento y las conductas introvertidas (dificultad para exteriorizar sus sentimientos). Un estudio realizado en Nueva Zelanda y publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), Actas de la Academia Nacional de Ciencias, analizó a más de 1000 jóvenes en un seguimiento de 20 años, y demostró científicamente el daño al coeficiente intelectual y la presencia de una reacción fuertemente adictiva que esta droga ocasiona.

Los padres son quienes están llamados a prepararse leyendo sobre estos temas polémicos, defendidos bajo argumentos equivocados, no científicos ni contrastados, para poder argumentar con bases científicas y sostener que nada esta aún confirmado como una realidad teórica, sino como hipótesis. Sus beneficios permanecen en estudios. Sin embargo, los daños que estos puedan traer al ser humano ya han sido comprobados.

Por Antonio Rimassa Chiriboga
TAPAD CRIAD

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