Una rutina diaria de actividades sencillas y agradables puede retrasar el deterioro de las capacidades cognitivas de la persona con Alzheimer, brindar un espacio de interacción con familiares y seres queridos y ayudar a que se mantenga una visión positiva de los días.
Un ejemplo de rutina de actividades puede ser: levantarse, tomar café, barrer el cuarto, desayunar, doblar fundas del supermercado, pintar, almorzar, descansar, ver una película, salir a caminar, cenar, leer acompañado y dormir.
Hay ciertas recomendaciones a la hora de elaborar la rutina diaria de actividades, pensando en las particularidades, intereses, necesidades y constantes cambios del adulto mayor con Alzheimer. A continuación una lista de recomendaciones:
- Establezca una rutina conocida. Es importante que, aunque la persona no tenga memoria de una secuencia de actividades, se estructure una rutina con horarios fijos y que este cronograma sea socializado con cuidadores y familiares para que no sea alterado dentro de lo posible.
- Sirva de ejemplo. Realice primero usted la actividad y luego pídale a la persona que la repita frente a usted.
- Tome en cuenta su historia. Planifique actividades adaptadas a las que realizaba en su juventud como trabajo o pasatiempo.
- Simplifique sus opciones. Si está en capacidad de decidir, hágale escoger entre dos opciones, no más. Si es hora de lectura, preséntele la carátula de dos libros. Si es hora de pintar, muéstrele dos dibujos, y así sucesivamente dependiendo de la actividad planificada. No le pregunte qué prefiere solo con palabras, muéstrele una imagen para que pueda tomar una decisión.
- Revise sus cambios. Al supervisar sus actividades, revise cómo va evolucionando. Sea flexible ante los cambios en la capacidad de realizar actividades. Puede que un día pueda ponerle azúcar a su café solo y al día siguiente no.
- Invite a la familia. Incluya en su planificación salidas a lugares de fácil acceso donde pueda ir con su familia y amistades. No tema pasar momentos bochornosos por su comportamiento, mientras su familia conozca lo que le ocurre y esté bien informada del porqué, sabrán comprender que lo que hace y dice no depende de su voluntad ni puede asignársele culpa.
Por Camila Valdivieso
Gerontóloga