Cuidar al niño interior es de vital importancia para la mejora emocional y para mantener una sana autoestima. ¡Lee y comparte!
Para la gestalt, el niño interior es parte de nuestra estructura psicológica, podríamos decir que corresponde a la parte más vulnerable y sensible de nuestro “yo”, consideremos que los niños son afecto y energía pura, por eso las características del niño interior son esas.
El niño interior va quedando en nosotros a partir de las experiencias que vivamos en la infancia, sean estas positivas como negativas. Dependiendo de cómo las interioricemos nuestro niño interior será alegre, optimista y sensible o por el contrario, temeroso de la vida, enfurruñado e irascible.
Si hemos sido capaces de solucionar las situaciones negativas, acompañados y con modelos saludables, teniendo espacios para vivir el dolor correspondiente, dándonos tiempo para sanar y cerrar las heridas, la experiencia vivida se incorporará en nuestro “yo” sanamente y con herramientas para una próxima ocasión, dando paso a la fase sucesiva del desarrollo.
Sin embargo, si no logramos gestionar adecuadamente el impacto emocional es probable que se presenten sentimientos de ira, miedo y/o tristeza, marcando a nuestro niño interior y dejándolo preso e inconsciente, es decir será él o ella quien aparezca frente a ciertas situaciones similares a aquella que no pudimos resolver.
Situaciones que apresan a nuestro niño interior
Hay situaciones para reconocer a nuestro niño interior que está preso o que está sufriendo, por ejemplo:
- Miedos irracionales.
- Rencor u odio exagerado o no correspondiente hacia situaciones o personas.
- Recurrente tristeza, podría también aparecer como un sin sentido de la vida.
- Responder de manera desproporcionada ante situaciones que no son realmente tan importantes.
- Autosabotaje a tus metas constantemente, es probable que tu niño interior esté dañado. Lo cual es perfectamente comprensible, ya que le estás obligando a llevar el peso de heridas profundas que no acaban de sanar.
Romper las cadenas
El niño interior tiene una misión en nuestra vida y es mantenernos conectados a las emociones, despertar la ilusión, la creatividad y la espontaneidad, si registras que tu niño está preso, te sugiero:
- Hacer un recorrido por eventos o hechos que te marcaron en la infancia, podrían no parecer importantes, sin embargo, mirarlos y reconocer qué sentimos hoy te permitirá darte cuenta si los has superado o no.
- Si te das cuenta que sientes las cosas como si no hubieran pasado, te invito a ir a terapia, aunque podría ser un proceso doloroso, tiene muchas más satisfacciones a largo plazo.
- Permitirte entrar en contacto con momentos libres o de esparcimiento libre, es decir jugar, ir sin rumbo, curiosear, bailar son algunas de las actividades para potenciar a nuestro niño.
Para comprender la infancia podemos pensarla como la obra gris de una casa, así son los primeros 7 u 8 años de vida, el resto es la obra muerta y los acabados la última parte. ¿Desaprender es posible? Siempre y totalmente, sin embargo, deberemos hacer como las construcciones, para reconstruir, habrá que seleccionar qué y en qué nivel, dependiendo de esto sabremos si nos sirven o no las bases de la casa.
«Si he sido capaz de iluminar una sola infancia triste, estoy satisfecha», Astrid Lindgren.
Escrito por: María del Carmen Rodrigo, sicóloga clínica.
-
Lee también sobre: ¿Es la ternura la puerta a las demás emociones?