¿Cómo evitar que los nuevos bachilleres se conviertan en la generación NINI: ni estudian, ni trabajan?
Hace algunos días pude presenciar la ceremonia de graduación de un grupo de nuevos Bachilleres, y pensando en el tipo de colegio en el que se realizó la ceremonia uno podría asumir que el futuro para muchos de ellos es promisorio. Sin embargo, la realidad supera las expectativas, o más bien, las expectativas de los padres son superadas por la realidad que acaece a muchas generaciones de graduados. Estos después de dos o tres años de tan elegante y pomposa ceremonia, aún no deciden su futuro.
Pero, ¿cuál es el motivo por el que muchos aún no toman una decisión sobre qué hacer con sus vidas? Podemos plantear un par de hipótesis que nos lleven a la reflexionar acerca de este fenómeno que se repite cada vez con mayor frecuencia. Situación que lleva no solo a la desocupación del joven, sino también a una sensación de frustración que puede ser peligrosa tanto para la vida física como espiritual del individuo. Veamos a continuación algunas de las causas.
Frivolidad e indiferencia
Todos conocemos el viejo refrán que dice: “la pereza es la madre de todos los vicios”. Sin embargo, uno podría decir que acá la indecisión y la excesiva búsqueda de placer, da paso a la mayor parte de los males en los individuos más jóvenes. La apatía y la insensibilidad frente a la realidad se insertan en un gran círculo vicioso. Aquí, la cultura hedonista y superficial juega un papel preponderante, es un somnífero que adormece las antenas de la realidad para vivir sumergidos en el mundo del eterno adolescente, que no aporta y solo demanda.
Incertidumbre y confusión
Nuestros hijos viven sumergidos en un mar de ofertas que nosotros no teníamos hace 25 años. Los modelos utilitarios, sumados a una diversificación de marcas y a la gama de eficiencia de cada aparato electrónico impide que la vida sea sencilla y de rutinas prácticas. La automatización y la dependencia tecnológica no permite desarrollar un sentido de toma de decisión, por lo que nuestros jóvenes se convierten en mendigos de lo utilitario, cuando deberían ser peregrinos de un camino de liberación. Si hacemos un símil con la cantidad de carreras y de universidades posibles en el país o en el extranjero, está listo el caldo de cultivo para la indecisión, la inestabilidad afectiva y la apatía emocional. Un cuadro que deriva fácilmente en neurosis y en obsesiones que entorpecen todo tipo de relaciones humanas y sociales.
Resultado
Nuestros jóvenes experimentan un mundo agitado de constante cambio. Una ola de indecisión recubierta de sensualidad, falta de arraigo y sin fidelidad a las costumbres familiares y sociales. Todo se pone en tela de duda y por tanto nada es real ni objetivo. Todo puede cambiar y eso los lleva a un pantano de la falta de libertad. Cuando un ser humano no tiene arraigo ni soporte y cae en la nada de una vida sin sentido, es tan peligroso como un elefante en una cristalería o un adolescente armado en medio de una escuela disparando contra todo lo que se mueve.
Tareas y compromisos
Como padres nos queda simplemente el esfuerzo de dar el ejemplo a nuestros hijos, procurar tomar decisiones apegadas a la realidad y que le den sentido a nuestra existencia.
Desgraciadamente la crisis económica, da paso a la crisis familiar. El mal uso del tiempo libre impide tender puentes con nuestros hijos; tiempo necesario para convivir, acariciar, mostrar que somos de carne y hueso, y que solo en la vida en familia podemos tomar decisiones sanas y acertadas.
Seguramente la inestabilidad fuera de nuestras casas aumentará, pero la vida familiar deberá ser como un puerto seguro para nuestros hijos. Ellos lo agradecerán cuando recuerden que lo valioso solo se logra con esfuerzo. Que juntos hicimos misiones para darle la mano al desposeído, recordando que visitábamos a la abuela los domingos y que nos encantaba jugar con los primos en la casa de la tía. Esas son las armas que les permitirá crecer en seguridad y en la toma de decisiones acertadas para una vida llena de sentido.
Por: Lcdo. Víctor Cárdenas Negrete
Centro Pedagógico Kentenich