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El Papa Francisco ante 70.000 personas congregadas en la Plaza de San Pedro nos lanzó un desafío: “Escuchen bien jóvenes: ir contra corriente. Esto hace bien al corazón, pero hace falta valor para ir contra corriente”.

El Papa emérito Benedicto XVI también recordó a los jóvenes del mundo que ser cristiano en el mundo de hoy implica ser contracorriente. El propio Chesterton con su lógica magistral lo dijo así: “Al hombre de cada siglo le salva un grupo de hombres que se oponen a sus gustos”. Esta frase no pierde vigencia pero ha aumentado su complejidad. Nunca antes como hoy fue tan fuerte la corriente que nos empuja a ser como los demás.

Por eso es un mérito ir hacia el otro lado, implica una nueva forma de vida, que nos vuelve diferentes, interesantes. Ser joven no significa hacer lo que los demás hacen para encajar, sino ir CONTRACORRIENTE para asombrar.

Caminar por las enseñanzas de la Iglesia implica ser contracorriente. He aquí la difícil misión: quedan pocos ambientes favorables para vivir como cristianos dignos del Evangelio. El joven que se denomina contracorriente, no sigue las corrientes mundanas, sino que es testimonio de coherencia. El mejor servicio que puedes hacerle a la humanidad es conservarte fiel a tus ideales.

Estos jóvenes de carne y hueso, son héroes que invitan al heroísmo, antorchas que disipan las tinieblas de la oscuridad que envuelve al mundo. Son valientes, inadaptados, fuera de foco, diferentes, originales, auténticos, le huyen a la masa y al mainstream. Aunque sean incomprendidos, atacados y rechazados por quienes decidieron caer en las tendencias del mundo, tienen valores que permiten la transmisión de los principios y valores de una generación a otra.

¿Qué defiende el contracorriente?

El Contracorriente está CONTRA el divorcio, el aborto, la promiscuidad sexual , la píldora anticonceptiva, el amor libre, el preservativo, el laxismo, el consumismo, la regulación de las drogas, el matrimonio entre personas del mismo sexo, el hedonismo, el racismo, el ateísmo, el holocausto ambiental, etcétera.

El contracorriente también tiene valores positivos, que defiende y promueve, contra viento y marea. He aquí algunos de los más importantes: el valor de la vida humana, la familia, los derechos de las personas, la paternidad responsable, la fidelidad, la castidad, la virginidad, el ecologismo, la sexualidad integradora, la solidaridad, la propiedad, la trascendencia, la paz universal, la familia.

El joven actual parece dispuesto a canjear las “grandes libertades” para comprar las “libertades inferiores”. Renuncia, por ejemplo, al tiempo libre para leer o pensar, para poder ganar un poco más dinero y comprarse con ello ropa de marca o diversiones pasajeras. Se acomoda a hablar de lo que todo el mundo habla, porque teme que, si dice lo que lleva en su corazón, pronto le considerarán un bicho raro.

Y así es cómo la adaptación se ha convertido en la primera ley para vivir en este siglo.

¡Pregúntate!
¿Dónde estás ahora? ¿Eres un joven tranquilo, sin ideales ni ilusiones, pensando solamente en divertirte? ¿No escuchas la llamada para emprender el viaje? ¿Estás dispuesto a luchar contracorriente e ir contra las ideas del mundo, que te llevan a gozar y disfrutar de los placeres sin hacer nada que valga la pena? ¿Te sientes útil para los demás? ¿Has hecho algo valioso en tu vida? ¿A qué te dedicas?
¿Qué haces por los demás? Hay muchísimos amigos tuyos que te necesitan y esperan un consejo, una luz, una orientación para dar sentido a su vida. ¿Estás dispuesto a darles vida, luz, amor y alegría? Ponte en camino, no te detengas. Sigue hasta la meta. Dios tiene para ti un plan maravilloso, que nadie más que tú podrá realizar.
andres Por Ing.Andrés Elías
Portavoz del Observatorio Católico
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