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Por Gina Lamparelli de Aguilar
Diseñadora de modas y Asesora de Imagen Personal
www.ginaimagen.com – 0997821686
La manera en que vestimos, más que revelar nuestra condición económica o social, dice lo que pensamos de nosotros mismos.

 

Si vivimos en un mundo real ¿por qué nos atraen tanto las apariencias? Pues porque existen y ellas también son reales, aunque no siempre veraces.

Pese a que su tiempo de duración es variable, puede causar una respuesta permanente. Lo aparente abandona su estado cuando se confirma su realidad. Pero, nadie es y parece ser al mismo tiempo, o es lo uno o lo otro. La pregunta ahora sería: ¿Qué nos
hace optar por parecer?

El ser humano, al ser por naturaleza imperfecto, está lleno de defectos físicos, intelectuales, morales, etc. Muchos de los cuales los disimulamos ante un mundo exigente y a veces cruel con lo diferente.

Una parte del mundo de las apariencias nace de la insatisfacción personal, la cual viene del no aceptar lo que soy o lo que tengo, llevándonos por dos caminos: El de aparentar ser lo que no soy (viviendo una utopía) o el de esforzarme por ser aquello bueno que
aparento (viviendo una posible realidad). Lo valioso sería que las a pariencias sirvieran de impulso paraser una mejor persona.

La ropa sí importa

Uno de los elementos que nos pueden ayudar a reflejar aquello que queremos ser, es la ropa que usamos, y depende de nuestra capacidad de entender el mundo que nos rodea para aprovecharlo
positiva o negativamente.

La manera en que nos vesti mos, más que revelar nuestra condición económica o social, la cual es intrascendente y fácil de engañar, revela lo que pensamos de nosotros mismos y de la respuesta que esperamos de los demás. Nadie se viste de insolvente para pedir un préstamo, de aventurera si busca estabilidad o de mundana si pretende ir al cielo.

Nuestro verdadero valor no está en aparentar que valemos, sino en demostrarlo. No se trata de soberbia o falso orgullo, sino de personas que reconocen su dignidad y transmiten respeto en cualquier lugar y circunstancia, advirtiendo los retos de cada época y sociedad. Se trata de un valor que se destaca incluso dentro de una multitud de personas, ya sea por su parada o su mirada, ya que el respeto no es algo que se pueda pedir con palabras sino que se advierte en las personas que se reconocen con un valor agregado (ser hijos de Dios).ser

Esforcémonos por mejorar lo que somos y así parecer lo que por
herencia divina debemos ser.

Ser una persona íntegra, honrada y elegante es muy importante sin duda alguna, pero no por eso vamos a restar importancia a reflejar todas esas cualidades buenas que podamos tener o aspirar tener, ya que con ello, además de demostrar coherenciade vida y pensamiento, le facilitamos la labor a los demás de diferenciarnos, y así evitar cualquier experiencia inapropiada causada muchas veces por un mal vestir, actuar o hablar. En las apariencias se juegan muchas relaciones sanas y oportunidades positivas de nuestra vida, sería un error menospreciarla o desvalorarla por ignorancia o descuido.

Sabemos que el hábito no hace al monje, pero de que lo ayuda… lo ayuda. Si no, cómo sabemos si es monje o marinero… La persona prudente sabe que si se viste de lobo, a aullar aprende y que un elegante y decente traje impulsa a cualquiera a
actuar con linaje.

 

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